Si la Función Ejecutiva deja el Palacio de Carondelet y se muda para el cuartel Epiclachima, en el sur de Quito, el Presidente cambiará su forma de relacionarse con la ciudadanía. Desde el inicio de la vida republicana, todos los presidentes constitucionales, interinos o dictadores han despachado desde la Plaza Grande.
Los balcones y el pretil de Carondelet han sido el escenario de discursos fogosos, saludos apoteósicos o abruptas caídas. Gabriel García Moreno fue asesinado en las puertas de este Palacio.
En la cadena sabatina del 1 de mayo, el presidente Rafael Correa habló del proyecto para construir un nuevo complejo presidencial dentro de las 60 hectáreas del Epiclachima. La idea del Gobierno es levantar 21 edificios nuevos, inteligentes y ecológicos donde funcionarían también la Vicepresidencia y otros ministerios.
De darse este cambio, el Presidente despachará en un lugar más amplio y menos congestionado. También será más seguro y estará en menor contacto con la gente. El despacho de Correa en Carondelet da a la concurrida esquina de las calles Espejo y García Moreno. La gente que hoy desde la Plaza Grande puede notar la presencia de Correa, quizás ya no lo haga cuando se mude al sur.
El cuartel Epiclachima tiene terreno suficiente para edificar un palacio lejos de las principales vías de la zona y por tanto de los transeúntes.
Funcionarios del Ejecutivo aclararon que el Presidente no busca “atrincherarse” en esa unidad militar. Pero, en la práctica, la construcción de un complejo en un terreno de grandes dimensiones dificulta el acceso y disminuye la exposición del Presidente.
Para el coronel (r) Luis Hernández lo que el Gobierno pretende con el traslado es alejarse de las calles y darle seguridad a la Presidencia. “Eso facilita el ejercicio del poder”. Para quienes quieran ir a la nueva sede, como los ciudadanos comunes, periodistas o grupos de protesta, reconoce que el acceso será complicado.
Fidel Araujo, también militar en servicio pasivo y colaborador del gobierno de Lucio Gutiérrez, tiene una lectura similar. A su juicio, el traslado de la Presidencia corresponde a una coyuntura política y a una estrategia de seguridad. Correa busca mayor protección para ejercer sus funciones con más garantías. Araujo, no obstante, demanda un estudio más serio sobre el proyecto, pues cree que el Epiclachima es un lugar montañoso y cuya accesibilidad resultará difícil para la gente.
Los aspectos logístico no son los únicos en el debate. La salida de Carondelet implica abandonar un edificio emblemático e histórico de la vida política del Ecuador. Para el urbanista Fernando Carrión, si este traslado se llegara a efectuar, en el Centro Histórico desaparecía el elemento central de la democracia, símbolo de la vida republicana del país.
En cambio, considera que los barrios aledaños al cuartel tendrían una mejor situación porque se construiría una moderna infraestructura dando paso a un nuevo polo de desarrollo y poder.
De hecho, en el anuncio del 1 de mayo Correa aseguró que en el Epiclachima “hay 35 hectáreas de terrenos baldíos, para ubicar a 55 000 personas, pero que se utilizan como botaderos”.
¿Qué costo tendría la construcción de un complejo moderno? El arquitecto Eduardo Castro dice que serán cifras muy altas.
No solo eso; las condiciones para el acceso al complejo serían difíciles, ya que la única vía de acceso es la av. Maldonado. Esta importante arteria del sur tiene los mismos problemas de congestión y falta de planificación que muchas avenidas de Quito.
Por otro lado, el 70% del Epiclachima está reforestado y sirve como un pulmón del sector. El Presidente, de dar paso al nuevo complejo, tendría que evaluar el impacto ambiental, además del urbanístico y del político si desea mudarse de barrio.
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