Carlos Pérez Guartambel, presidente de la Ecuarunari, habla de su amor: Manuela Picq

Así fue la detención de la periodista francesa Manuela Picq

Así fue la detención de la periodista francesa Manuela Picq

La relación entre el dirigente de la Ecuarunari y la periodista franco-brasileña Manuela Picq se inició en el 2013. Foto: EL COMERCIO

Hace tres años, Carlos Pérez Guartambel conoció a Manuela Picq. Él pasaba por una crisis emocional. Su esposa Verónica Cevallos estaba hospitalizada en el Metropolitano, muy enferma. Y meses después falleció a causa de un cáncer. La periodista brasileña-francesa era corresponsal de la cadena Al-Jazeera e investigaba sobre la consulta indígena. Había encontrado información sobre lo que hicieron en Victoria del Portete. Y lo buscó para entrevistarlo.

Verónica falleció en octubre del 2012. Carlos y Manuela se mantuvieron en contacto a través de Internet y un par de veces ella fue a Cuenca. A ella le fascina el páramo, es parapentista, por eso ha estado en el Cayambe, Chimborazo, Quinsacocha… Seis meses después, en abril del 2013, decidieron empezar una relación.

El jueves en la noche Manuela Picq fue detenida y permanece en el albergue Carrión, en la calle del mismo nombre, en Quito. Es un lugar para extranjeros en proceso de deportación. Solo la pueden visitar los martes, jueves y domingos, con horario. Ni la prensa puede ingresar para hablar con ella.

Ella ha sido un soporte para Carlos. Le ayuda con sus hijos de 16 y 10 años. Son Ñusta Kruskaya y Asiri Verónica.

Nunca pensó que iba a perder a su esposa Verónica. Ella fue una extraordinaria mujer, apunta. Estuvo junto a él en cinco detenciones, tres durante este Gobierno. "Recuerdo que tomaba la dirección del movimiento y lo hacía mejor que yo, con esa fuerza que tienen las mujeres, con esa mezcla de ternura e irreverencia".

En un departamento, que Manuela alquila en la zona de La Floresta, Carlos habla de cómo esta periodista extranjera le “shungó”, en relación al corazón, a los sentimientos que le ha despertado, a lo que ella significa para él… El lugar es sencillo, pero cómodo. Para llegar a él hay que bajar primero 51 gradas y luego 32 más.

La periodista y profesora Manuela Picq en Migración, el 14 de agosto 2015, después de que cancelaran su visa. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

¿Y cómo es Manuela? Ella es una académica, pero más que nada es una mujer sensible e irreverente. También es feminista. Se levantan todas las mañanas en Cuenca, antes de las 05:00 a escribir. A las 06:00 van a trotar, luego desayunan y hacen yoga, como ella le enseñó, para relajarse. "Aún no aprendo a hablar cuatro idiomas como ella", admite Carlos, quien está abrigado con un poncho rojo de lana de borrego. Deja unos minutos la computadora en la que prepara la defensa para la audiencia de hoy a las 16:00, en la que se decidirá el futuro de la mujer que ama.

Manuela tiene 38 años y Carlos 46. Sí, han pensado en tener hijos; aún no porque para los chicos es muy reciente la partida de su madre y obviamente Manuela se ha acercado a ellas, pero nunca como para tratar de reemplazarla. La pareja ya tuvo su matrimonio bajo las prácticas ancestrales.

¿Qué pasó? ¿Por qué en las fotografías y en el video de EL COMERCIO que documentó la retención el jueves 13 de agosto se los ve a cada uno por su lado tratando de resistirse frente a policías? Carlos recuerda todo y cada vez que lo hace viene a su mente la imagen de su madre. Rosa peleó en una ocasión como una mamá gallina para no dejar que se lo llevaran. Lo agarró, lo sostuvo, pero no pudo hacer nada. La Policía lo detuvo. Ella se quedó. Pero el jueves, Manuela hizo lo mismo. A esta mujer que ha sido maestra de la Universidad San Francisco de Quito no la iban a detener, cuenta su pareja. Pero cuando ella se percató de que se llevaban a Carlos salió la mamá gallina, la protectora. "Se lanzó sobre mí, trataba de que me soltaran, le dieron toletazos y patadas. Se la llevaron y me llevaron".

Eso dice. Lo escucha con pesar otro dirigente del movimiento indígena que lo acompaña. Mientras escribe apurado un texto para defenderla, él contesta el teléfono. Es la CNN, quieren entrevistarlo. A Manuela la entrevistaron

Carlos Pérez muestra su mochila rota, en el forcejeo. Llevaba un saxofón que ya no está,  tampoco su celular. También tiene su casaca, una chompa azul con el símbolo del movimiento, de la Ecuarunari, que preside. Se meten con la pareja del Presidente de la Confederación Kichwa del Ecuador. En ella aún se lee: "el Yasuní es vida". Pero está rasgada, también durante el forcejeo con la Policía. Bajo su ojo izquierdo hay un moretón.

"Deportarla es expulsarla". Eso dice Carlos Pérez, quien reitera que su mujer, Manuela, está detenida arbitrariamente. Que se le canceló la visa y antes no le dieron derecho a la defensa y ahora al debido proceso. Tiene vigilancia policial y no ha cometido un delito y según él, no tiene privacidad ni para utilizar el sanitario.

"No ingresé a verla como esposo sino como su abogado", cuenta. Lo hizo cinco minutos el sábado y el domingo. Ella quiere que él sea quien se encargue de hacerlo. Él mismo se ha defendido en 12 procesos penales y ha salido bien parado.

¿Qué va a pasar con esta relación? ¿Y si Manuela es deportada, él qué hará? Carlos Pérez recuerda que su padre tiene 97 años y no puede dejarlo. Menos a sus dos hijas. En todo caso los chicas podrían viajar con él a Brasil, como le pide su suegra. Pero no.

"Ella es parte de mí. Manuela es parte de mí y yo de ella", eso afirma. Pero él tiene un compromiso con la Ecuarunari al menos hasta el próximo año, él lucha por el agua, por la vida…

Carlos repite que no se mueve de su llacta y él sabe que Manuela ha dejado de lado muchas cosas para estar con él. Las oportunidades en Quito, se fue del centro a la periferia, lo sabe. La madre está en Brasil, el padre en Francia y sus estudios los hizo en Estados Unidos. Pero él es de Ecuador. Y tiene una lucha acá.

"Ella ‘me shungó’ cuando me vio muy adolorido, sosteniéndome una hernia en una marcha. Y me dijo no te vas de Quito sin operarte". Lo hizo y ella retrasó su ingreso a la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. Y viajó con él a Cuenca para cuidarlo durante ocho días. Pudo perder la oportunidad de tener esa beca.

Carlos Pérez prepara la defensa en el departamento de su pareja Manuela Picq, en La Floresta, en Quito. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO

Carlos afirma que no es la primera vez que pasa algo así. No son solo las detenciones que él ha enfrentado. Dice que en La Floresta, en el graderío, siempre se encuentran con policías.

"El corazón que nos une rebasará fronteras. Creo en la energía de la Pacha Mama". Lo sostiene y parece creerlo. Dolido y molesto dice que el Gobierno quiere jugar con los sentimientos. "Si yo tuviera algo que esconder me lo hubieran sacado. Para fracturarme emocionalmente hacen esto con mi pareja. La defenderé con el corazón".

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