El bochorno en Buenos Aires

Poco antes de que estallara el conflicto diplomático con los Estados Unidos, el canciller Ricardo Patiño ya estaba indignado con la Embajada de ese país porque estaba espiando las actividades del Grupo de Operaciones Especiales (GOE), de la Policía Nacional.

Reclamó, entonces, a funcionarios de la Embajada estadounidense porque a su entender era inadmisible que hubiera espiado a ese grupo especial de la Policía.

Los diplomáticos estadounidenses le explicaron que cuando en un cable del Departamento de Estado aparece la sigla GOE no es porque se refieren a ese grupo de élite de la Policía, sino al gobierno del Ecuador. GOE es, en los cables, la sigla para referirse a Government of Ecuador.

Esta anécdota cierta o no, muestra cómo la ignorancia puede llevar a los funcionarios a quedar en ridículo.

Pero si a esa ignorancia se le añade la prepotencia y la intolerancia el resultado puede ser un ridículo que averguenza y denigra al país.

Es lo que acaba de ocurrir en Buenos Aires, Argentina, con el embajador ecuatoriano, Wellington Sandoval quien ha pedido en la Feria del Libro que se retire del stand ecuatoriano la edición del libro ‘El Gran Hermano’, de los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita.

Pedir que se proscriba a un libro por su contenido requiere precisamente la mezcla perfecta de ignorancia, prepotencia e intolerancia capaz de dejar al país en el más ignominioso ridículo. El pedido del embajador Sandoval refleja para el exterior el vergonzante concepto de república bananera que tienen los países donde reina la intolerancia y la castración intelectual.

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