El Gobierno ecuatoriano intenta que el asilo a Julián Assange levante su imagen en el exterior, cuestionada por sus juicios y ataques contra la prensa privada.
Desde hace una semana, cuando oficializara la medida, la administración de Correa ha machacado en la idea de que la protección al creador de Wikileaks prueba su supuesto compromiso con la libertad de expresión.
Su argumento es que brinda asilo a Assange, quien es considerado por parte de la opinión pública mundial como símbolo de la libre expresión, por destapar los más íntimos y embarazosos secretos de la Diplomacia de EE.UU.
“Bienvenida a un país como Ecuador, donde reina la libertad de expresión y la libertad de prensa”. Esa fue una de las respuestas que el presidente Correa ensayó ayer en un encuentro en Carondelet con la prensa extranjera, donde justificó su decisión de conceder asilo al ‘hacker’ australiano. Incluso, en el portal del diario estatal El Ciudadano se creó un link titulado ‘Ecuador: hogar de libertad’ que llevaba una foto del fundador de Wikileaks.
Sin embargo, gremios periodísticos y una parte de la prensa mundial consideran que el Gobierno realiza un manejo “utilitario” de la figura de Assange.
Desde París, Reporteros Sin Fronteras (RSF), que apoya el asilo al ‘hacker’, lamentó ayer que en Ecuador se siga cercenando la libertad de expresión en los medios de comunicación privados.
“No hay que perder de vista la situación interna, muy tensa, entre las autoridades y una parte de la prensa”, indicó la agrupación.
Según RSF, el Gobierno ha querido mostrarse “como un defensor de la libertad de expresión a los ojos de la comunidad internacional, pero los ataques a la libertad de prensa y a los medios en general siguen siendo frecuentes”.
De acuerdo con la última clasificación de la libertad de prensa de RSF, Ecuador ocupa el puesto 104 entre 179 países.
El Comité de Protección de Periodistas, con sede en Nueva York, tiene una mirada similar de las implicaciones del asilo a Assange. Desde su óptica, “Ecuador no es el país más adecuado para defender la libertad de expresión” dijo el gremio, al denunciar que el país acosa a diarios y reporteros.
El caso que mayor desgaste ha generado al Régimen es el juicio entablado por Correa a El Universo, cuyos directivos fueron sentenciados a tres años de prisión y al pago de USD 40 millones.
Por ello, incluso agrupaciones que han galardonado la labor de Assange y Wikileaks cuestionan que el Ejecutivo ecuatoriano pretenda presentarse ante el mundo como el adalid de las libertades.
“Irónicamente, Assange está recurriendo a un país que encierra periodistas frecuentemente”, dijo Padraig Reidy, portavoz del Index on Censorship (Índice de Censura) , un grupo que en 2008 otorgó su premio a Wikileaks.
La prensa internacional también ha sido cauta al analizar el discurso oficial ecuatoriano alrededor de la libertad de expresión.
El diario británico The Time, por ejemplo, no dudó en recordar en una doble página el “historial en derechos humanos de los nuevos amigos de Assange”. Ese reporte reproducía extractos de Amnistía Internacional o Reporteros Sin Fronteras, sobre las restricciones que tiene el ejercicio de la prensa en Ecuador.
El diario The Guardian, por su parte, reprodujo una columna de Karin Olsson, editora cultural del Expressen sueco. En esencia, ella recuerda que Ecuador es un país con “un récord espantoso cuando se trata de libertad de expresión”. Una postura similar adoptó El Comercio de Lima, que en su editorial recordó los atropellos que vive la prensa privada nacional.
Casa adentro también hay críticas al discurso oficial de que el asilo representa la defensa de la libre expresión. “De alguna manera el Gobierno, está usando la figura de Assange, la celebridad de este personaje, para recomponer la imagen del Presidente en el exterior”, dice Diego Cornejo, director ejecutivo de la Asociación de Editores de Periódicos.
Correa no confía en EE.UU.
El Gobierno ecuatoriano sigue con su ofensiva internacional de justificar el asilo a Assange y denunciar la advertencia británica, de ingresar a la sede en Londres.
Con ese objetivo, el Presidente recibió ayer a representantes de la prensa internacional en el Palacio de Carondelet.
En ese encuentro, Correa tuvo palabras duras para Estados Unidos, que supuestamente quiere extraditar a Assange, luego de que responda por los supuestos delitos sexuales en Suecia.
“De Estados Unidos no esperamos ninguna garantía y si las diera no las vamos a creer”, dijo sobre la actuación de ese país en el caso. “Lo que queremos es que no se extradite (a Assange) a un tercer país”, dijo Correa, quien reiteró en que esperaría que Suecia diga “no lo vamos a extraditar a Estados Unidos”, recogió Ansa.
En ese encuentro, Correa también dijo que su gobierno está abierto a mantener diálogos con el Reino Unido, para tratar la situación de Assange, refugiado en la Embajada nacional en Londres desde el 19 de junio pasado.
“Siempre hemos estado abiertos al diálogo (…) así también lo han expresado Inglaterra y Suecia. Ojalá podamos mantener esos diálogos, que no van a ser negociación”, dijo, al reiterar que Ecuador tenía el derecho de asilar al creador de Wikileaks.
Sin embargo, advirtió que el Ecuador recurrirá a todos los mecanismos legales posibles para presionar al Reino Unido a conceder el salvoconducto a Assange, para que llegue a Ecuador.
Una de las opciones que mencionó es llevar el caso al seno del Consejo de Seguridad de la ONU, aunque evitó ahondar en detalles, para no develar su estrategia.
El Presidente también se refirió a la reunión de cancilleres de la OEA, que analizará el caso de Assange. Señaló que espera “un rechazo contundente de la OEA, similar al de la Alba y Unasur ” por la amenaza del Reino Unido de retirar la inmunidad a la legación ecuatoriana.