La primera foto de la jornada fue con Luis Güilcapi, quien sorprendió a Alberto Acosta con la televisión móvil que lleva por las calles de Santo Domingo de los Tsáchilas.
La idea de adaptar la carcasa de una televisión vieja al volante de su bicicleta y colocar en la pantalla una foto del candidato de las izquierdas le vino después de que el Consejo Nacional Electoral prohibiera la propaganda del ‘Reyecito y su Corte’ que hizo la Unidad Plurinacional. “Este es el canal 15-18 y no tenemos ninguna restricción”, dijo Güicalpi y Acosta celebró su ocurrencia y posó para la foto.
Este fue uno de los pocos momentos distendidos del miércoles pasado. El candidato, camisa de manga larga, jeans y sombrero de paja toquilla, fue enseguida al segundo piso del Hotel Génova, donde pasó la noche, para tener un encuentro con los medios de comunicación locales.
“Esto será parte de un ejercicio democrático, la rendición de cuentas se hará directamente con el pueblo y a través de los medios”, dijo Acosta para arrancar. En menos de 10 minutos resumió las tres propuestas con las que quiere llegar a Carondelet: la erradicación del hambre, la seguridad social para todos y la educación de calidad. “Vamos a ampliar el desayuno al almuerzo escolar (…), que las amas de casa, choferes, artesanos, vendedores informales, pescadores y todos tengan derecho a la seguridad social (…), vamos a volver al libre ingreso a las universidades (…)”, fueron sus propuestas.
La wipala de los pueblos andinos y las banderas del movimiento Montecristi Vive y del MPD rompían con los tonos pasteles de la sala de la conferencia. En la mesa, Marcia Caicedo, candidata a vicepresidenta, y Lourdes Tibán, primera asambleísta nacional, flanqueaban a Acosta. Más allá estaban sentados Juan Cuvi, candidato al Parlamento Andino y otros miembros de la unión de izquierdas. Pero todos fueron convidados de piedra porque no hubo tiempo para que intervinieran.
La campaña en este punto se hace contra el tiempo y se han sacrificado los recorridos a pie. Los partidarios en Santo Domingo sabían esto y reunieron carros para la caravana motorizada.
Había algunas camionetas con los afiches de la campaña, pero no la certeza de cuál llevaría al candidato. Acosta echó un vistazo y escogió un Jeep Suzuki, con cajón, modelo 86. Tenía un afiche de él en el motor y un ‘sticker’ en el parabrisas con la frase: “Democracia a todAcosta”. Su dueño, un campesino de la zona, solo pidió que se subieran pocos y se dijo a sí mismo: “Menos mal que estaba con gasolina”.
La caravana dejó el Hotel Génova, pero a la cuadra se detuvo. Tibán dio instrucciones para que su hermano Marco hiciera sonar en su vehículo la canción de campaña “El país que queríamos, ¡ahora sí!”. Con esa salsa a todo volumen, la caravana se puso en marcha.
“Ahora sí vamos a Carondelet. Sin parlante no se hace nada”, dijo Acosta a Marcia Caicedo.
La gente se acercaba al Suzuki y pedía a los candidatos una de las pulseras con los colores del arco iris y también se llevaba una pequeña libreta o un calendario con los logos de la 15-18. Algunos llamaban a Tibán por su nombre de pila y le comprometían su apoyo. “Arriba Cotopaxi, Lourdes estamos contigo”, gritó un hombre desde el umbral de una tienda de ropa.
Tibán, que busca nuevamente un escaño en la Asamblea, era la que más interactuaba con la gente. A un chico de camiseta verde que se acercó a pedir una de las pulseras le dijo: “No nos vayas a traicionar el día de las elecciones, si lo haces se te muere el canario verás”. El joven soltó una risa y juró que estaba con ellos: “La camiseta es solo una coincidencia”, dijo.
Los partidarios de Acosta están conscientes de que juegan en cancha inclinada. “Somos David contra Goliat”, dijo el conductor del Suzuki cuando volvió a la avenida Quito y vio la cantidad de publicidad de los otros partidos.
Las más notorias eran las gigantografías de la lista 35, luego los afiches de Avanza que aparecían en cada poste de luz y hubo alguna que otra publicidad de Noboa con la promesa: “Te sacaré de la pobreza”.
Casi al final del recorrido apareció un niño, hijo de una militante de Pachakutik, que consiguió un megáfono y se subió al Suzuki. “Lourdes Tibán, presidenta” fue la primera frase que gritó y en seguida le explicaron cómo iba la papeleta de la Unidad Plurinacional.
La mañana se escapaba y Acosta decidió dar por terminada la agenda en Santo Domingo. Había comprometido su presencia y la de su binomio en la Radio Eco de El Carmen (Manabí), y debía llegar a las 12:00. Por eso dejó de sembrar un árbol en La Y de El Colorado.
Como la decisión se tomó sobre la marcha, parte de la caravana se perdió y los vehículos de los candidatos se enfilaron hacía Manabí. Acosta cambió el Suzuki por un Toyota Fortuner donde suele viajar junto a su esposa, quien le acompaña en los recorridos, pero mantiene un perfil bajo. El Toyota no tiene ningún logo de campaña, como si el candidato quisiera pasar desapercibido. “Nosotros sabemos cuando entramos en escena, preferimos andar así”, explicó Acosta.
La visita a El Carmen
Una veintena de carros recibió al candidato en El Carmen. “Manabí está contigo”, le dijo algún partidario que estrechó la mano de Acosta. Al igual que en Santo Domingo no hubo tiempo para la conversación a pie de calle, el candidato repitió su ritual de escoger un vehículo y se subió a una camioneta Mazda del año 85. Adelante se colocó, por instantes, el carro del hermano de Tibán. Pero pronto fue reemplazado por una camioneta que tenía parlantes, un micrófono y un animador que se presentó como el doctor Oswaldo Quishpe.
“Dijo que llegaba a las 12:00, pero llegó 10 minutos antes, esa es la puntualidad de nuestro futuro Presidente”, anunció el doctor-animador. La gente desde los balcones aprobó a Acosta con el pulgar hacía arriba y los que se acercaron a la camioneta peleaban por darle la mano y por llevarse una pulsera.
El animador decía que era “la pulsera anticorreísta” y pedía ponerse en la mano izquierda.
Esa tónica se mantuvo hasta llegar a la emisora donde el binomio habló de sus propuestas y de la importancia que tendrá el agro en su gobierno. Acosta anunció que creará el Banco del Agro para que se deje de explotar a los productores del plátano barraganete. “El banco pagará al productor en 48 horas y se encargará de cobrar a los exportadores”, señaló.
Afuera, los vehículos de la caravana transmitían la entrevista a todo volumen y la gente esperaba la salida del candidato. Cuando salió de la cabina le sacaron fotos y le ofrecieron gaseosas y hasta un vaso de cerveza. El candidato aceptó todo y aprovechó la pausa para hablar de las últimas encuestas. “Dicen que subimos en algunas provincias, vamos a estar en la segunda vuelta”, dijo. Más tarde, Decio Machado, su asesor de campaña, confirmó que tienen datos de la encuestadora Consulting Group Habitar, de Cuenca, y que les daba una buena intención de voto.
Cuando Marcia Caicedo terminó la entrevista en la radio, Acosta otra vez aceleró a su grupo para llegar a Los Ríos esa misma tarde. “Comeremos donde nos den las 15:45”, les dijo porque tenía la clara intención de ver el partido Ecuador-Portugal.
Los partidarios de El Carmen se quedaron y la ciudad volvió a su rutina bajo el calor. Pasados unos 30 minutos, la gente volvió a sentarse en los pasillos de sus casas y sus negocios. En una de las cuadras de la vía a Chone, en la Panadería Jireh y la Farmacia San Pablo, contaron que estaban comiendo y que no vieron al candidato. Los empleados del restaurante El Gusto del Sabor sí lo vieron, pero se declararon partidarios de otra tienda política. Solo en la heladería La Era del Hielo quedó una huella del paso de Acosta, en la muñeca de su propietaria, Josbely Carvajal, estaba la pulsera de la wipala. “Estaba leyendo algo de lo que dejaron y sí me parece que sería un buen presidente”, declaró la mujer.