ESPECIAL: El 30-S contado en imágenes
La inhalación de los gases lacrimógenos y el forcejeo permanente con decenas de policías sublevados tenían extenuados a los miembros de seguridad del presidente, Rafael Correa, quien apenas podía sostenerse en pie, ayudado con una muleta, cubierto el rostro con una máscara antigás.
Eran cerca de las 10:45 del 30 de septiembre. Las arremetidas de los policías a pie y en motos se tornaron más violentas. Algunos intentaban golpear al Mandatario, le rociaban gas pimienta y agredían a golpes y patadas a su equipo de seguridad, tratando de impedir que llegara a la alambrada, donde estaba la puerta que separa al Regimiento Quito del Hospital de la Policía.
Las seis versiones principales sobre lo que ocurrió a partir de este instante, recogidas por este Diario de uno de los expedientes judiciales que investigan este caso, evidencian contradicciones. Dos militares de la seguridad presidencial relataron a la Fiscalía que el coronel de la Policía César Carrión, entonces director del Hospital, fue obligado a abrir la puerta, que tenía un candado.
Uno de ellos es el sargento Álex Casierra, quien dijo que mientras buscaba una salida para evacuar al Mandatario, se adelantó hasta la puerta donde se encontraba el sargento Luis Caiza, que le entregó “la seguridad de la puerta”.
Caiza sostuvo que encontró la puerta abierta y así entregó su custodia a Casierra.
Luego –aseguró Casierra– el coronel Carrión colocó candado a la puerta, por lo cual “procedí a comunicarle que no podía cerrarla porque era para evacuar al Presidente”. Entonces, Carrión le indicó que eso era un hospital donde había enfermos y pacientes hospitalizados. “Ahí es cuando el capitán (Richard) Piedra ve que la puerta estaba con candado y sacó la pistola para dañarlo, y me dijo que le pidiera (a Carrión) la llave para abrir la puerta, yo lo seguí y le quité las llaves”.
Piedra coincidió con la versión de su subalterno. Manifestó que Carrión colocó el candado, argumentando que era un hospital y que por ahí no podían pasar. Entonces sostuvo que sacó su arma para disparar al candado. “Observando esto y ante la llegada de un agente de seguridad (Casierra), el coronel Carrión entregó las llaves, a lo que dispuse que mantuviera cerrada la puerta hasta la evacuación del señor Presidente”.
Carrión se había reincorporado a sus funciones de Director la víspera, pues había estado de vacaciones. Esa mañana, a las 09:00, se enteró de lo que estaba ocurriendo en el Regimiento en un noticiero de televisión. “Mirábamos con sorpresa estos sucesos, porque se decía que se encontraba la cúpula policial, el Presidente, el Ministro del Interior”.
Entonces, el Coronel subió a la terraza del hospital y vio lo que estaba ocurriendo en el Regimiento, desde donde se apreciaba una abundante humareda de gas lacrimógeno. “Pude observar que el Presidente estaba subiendo con el señor Luis Francisco Latorre (asesor presidencial) sin ninguna seguridad, pensé que le estaban trasladando al GOE. Bajé hasta una puerta que colinda por el lado sur con el Regimiento, hacia el lado norte, y pedí la llave, ya que estaban algunos miembros policiales para abrir la puerta. Esa puerta fue abierta por mí; abrí, le puse el candado a un lado y me guardé las llaves. El Presidente no llegaba, pero ya estaba abierta”.
De pronto, los insubordinados lanzaron gases hacia el portón y todos los que estaban en el sitio se alejaron unos 10 metros hacia el norte, mientras se disipaba el gas.
Antes –agregó Carrión– quien pasó la aldaba sobre el picaporte de las dos puertas fue el sargento Quinchimba; “yo no cerré la puerta jamás. Nadie me amenazó, nadie me quitó las llaves”.
A esta contradicción del testimonio de Carrión con las versiones de los militares se suma otra: la del asesor presidencial Francisco Latorre, quien estuvo junto al presidente Correa todo ese día.
“Faltando un metro para llegar a la puerta alterna del hospital nos lanzaron ocho bombas a las piernas… por lo que vi que una enfermera llegó corriendo con una llave y nos abrió la puerta y logramos entrar y le pedimos al presidente Correa que se dejara cargar por los señores de seguridad y por mí”, relató Latorre, el 13 de octubre, en la Fiscalía.
Según Carrión, una vez en el hospital él coordinó su traslado hacia la unidad de Emergencia, porque no había seguridad para el Presidente: “Una mujer del área de cocina y mi chofer, Geovanny García, le cargaron”.
En la Fiscalía, García confirmó la versión de Carrión : “El coronel (Carrión) me dijo que nos traslademos hasta la puerta posterior del hospital porque podía ingresar por ahí el Presidente de la República. Estando en el lugar, el Coronel conversaba con un señor de terno y en eso botaron bombas y piedras. Luego le abrimos la puerta para que ingresara el Presidente, y ahí el coronel Carrión nos indicó, incluido a mí, que bajáramos al Presidente de la República a Emergencia. Yo tomé de las piernas al Mandatario con otras personas, incluidos dos señores que estaban de terno (…)”.
Correa ingresó a la sala de Emergencias a las 11:00. El expediente único para la historia clínica señala que arribó con un cuadro de insuficiencia respiratoria aguda e hipertenso.
Fue atendido por el doctor Álvaro Erazo. Él contó que tenía síntomas de asfixia y que su rodilla derecha estaba inflamada. “Se le dio oxigenoterapia, se aseó su rostro y se le colocó un acceso venoso (suero) para su hidratación”.
Otro médico que presenció el ingreso del Presidente fue Pablo Banderas. “Tenía los labios azulados y estaba empapado en sudor.
Banderas, médico pediatra del hospital, había llegado minutos antes para atender a tres niños.
Junto a él, un equipo médico de unas 15 personas lo atendió inmediatamente, luego de ubicarlo en una camilla.
Unos le quitaron la chaqueta, otros revisaban sus signos vitales y otros cerraban las puertas’ Banderas le sostuvo la mascarilla de oxígeno hasta que mejoró. “Fueron no más de 5 a 10 minutos”, dijo el pediatra admirado por la fortaleza física de Correa.
Mientras tanto, la curiosidad de quienes se encontraban en el área de Emergencia crecía. Médicos, enfermeras, estudiantes de Medicina, unos 14 pacientes y sus respectivos familiares fueron sorprendidos por el arribo del Jefe de Estado. Y sin embargo, había completo silencio en la sala repleta de gente. Solo se escuchaban los murmullos de los médicos y de vez en cuando resaltaban una voces que decían “¡vamos a conocerle!, ¡vamos a conocerle!”.
Mientras Correa recibía los primeros auxilios, un grupo de policías revoltosos empezaba a rodear el hospital y a lanzar arengas contra el Gobierno. Algunos, con el rostro cubierto, y otros de uniforme, ingresaron y se ubicaron en varios pisos del centro médico.
Mañana en esta serie
El rescate del Presidente y cómo vivieron los pacientes el operativo.