La magnitud de la protesta social se conocerá en 13 días. Una vez que las bases indígenas, lideradas por la Conaie, recorran las provincias del sur y lleguen a Quito, se podrá saber si estas lograrán presionar a un Gobierno que, en cambio, ayer hizo gala de su poderío logístico, económico y mediático.
El primer capítulo de las movilizaciones se caracterizó por el indiscutible protagonismo del Régimen que movió buses, agilizó la entrega de salvoconductos y provisiones, para que sus seguidores hicieran una marcha de respaldo. Ayer, el presidente Rafael Correa proyectó imágenes de un alto respaldo popular en un año pre electoral.
Sin embargo, la forma cómo el oficialismo marcó su posición frente a los anuncios de la protesta social demuestra que esta no pasó desapercibida para los estrategas de Palacio que optaron por hacer frente a la movilización desde sus orígenes: negando las autorización para el paso de los buses opositores, desplegando una estrategia de comunicación que califica de “desestabilizadoras” las consignas de los grupos sociales. Finalmente, hizo de este jueves la antesala de lo que será la respuesta oficialista al avance de las marchas que vienen del sur.
La Conaie espera sumar más seguidores a medida que su caminata continúe. La próxima semana, en Cuenca, se podrá hacer un primer corte de evaluación que, tampoco, será definitivo. Los indígenas tienen una prueba de fuego a medida que ingresen a la provincia de Chimborazo, donde está concentrado su principal bastión de poder.
Esta provincia resulta clave a la hora de mirar el verdadero poder de convocatoria que tendrá la Conaie en su intención de avanzar hacia Quito.
El Gobierno no solo pondrá sus ojos en el sur: desde Imbabura y Cayambe (Pichincha) la caminata avanzará hacia el jueves 22, día en que Correa se concentrará en la av. De los Shyris.