Un miembro de FF.AA. hace su trabajo en el sector de Conocoto, en las afueras de Quito. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
La última semana, la casa de Doris Bolaños se convirtió en un taller de confección de prendas de protección. Ella integra un grupo en el que están familiares de policías que murieron en operativos. Al escuchar cómo se propagaba el covid-19 en el país, se organizaron para dar ayuda a quienes la necesitaban y empezaron a trabajar en San Martín, un sector del sur quiteño.
La idea fue elaborar trajes de bioseguridad y la tarea se facilitó luego de que una empresa donara 1 000 metros de una tela especial. Desde el viernes 3 de abril, ocho personas trabajaron 11 horas diarias. Cortaron y cosieron cada prenda.
El jueves entregaron a la Policía Nacional 160 de los 250 trajes que se plantearon confeccionar. Allí están overoles, capuchas, mascarillas y protectores para botas. Prevén terminar la tarea el jueves 16 de abril del 2020.
Sonia Cruz, viuda de un gendarme que murió en el 2002, durante un operativo antidrogas, cree que así se protegerán los agentes que están en la primera línea de contención del virus. Cuenta que cada vez que escucha que un policía o un militar ha sido contagiado le duele el corazón. “Es como que mi esposo estuviera ahí”. No quiere más uniformados afectados.
En 25 días de trabajo, dentro del estado de excepción, 248 policías y soldados han sido contagiados.
En este periodo, la Policía lamentó el fallecimiento de seis colaboradores e investiga si otras cinco muertes se produjeron a causa del covid-19.
En las Fuerzas Armadas ocurre algo similar. En un reporte entregado el miércoles 8 de abril a este Diario se constata que dos sargentos del Ejército y de la Marina y una ingeniera que laboraba en el área administrativa murieron por el virus. Los militares tenían 41 y 36 años respectivamente y la mujer estaba próxima a cumplir 61. Ella había solicitado permiso para iniciar la jubilación este año.
En los informes de la Policía y de las FF.AA. se establece que la mayoría de contagiados y fallecidos se produjeron en Guayas. En esa provincia se extremarán las medidas de bioseguridad. Carlos Cabrera, general encargado de Operaciones en la Policía, comenta que se han entregado mascarillas y gel antiséptico para cada gendarme.
Los trajes especiales fueron entregados a quienes cumplen tareas de mayor riesgo, como el levantamiento de cadáveres.
La Policía está a la espera de más guantes, mascarillas y trajes que ya se adquirieron, pero que todavía no han llegado al país. Mientras tanto siguen recibiendo aportes espontáneos. Una empresa donó 200 protectores faciales.
Los familiares de los agentes muertos en operativos están conscientes de que faltan insumos. Pero volverán a las máquinas de coser el lunes desde las 07:00. Yolanda Barragán dice que cuando confecciona las prendas piensa en su esposo, que murió hace 14 años.
Su hijo, Adrián Rojano, se sumó a la iniciativa. Aprovecha que no va a clases físicamente y acude al taller. Dobla la tela y coloca los resortes. Cuando le permiten también cose en máquina recta. “Me nació servir. Pienso que cada prenda que terminamos es como que fuera a entregársela a mi padre”, señala el joven de 18 años.
En las filas militares, entre los contagiados están oficiales, voluntarios, tripulantes, aerotécnicos, conscriptos y servidores públicos. Esa institución comunicó a este Diario que el personal ha sido afectado en distintos niveles. “Tenemos militares con pronóstico reservado, otros en condiciones estables de salud y otro grupo no presentan síntomas”.
La seguridad social de Fuerzas Armadas empezó un proceso de contratación de 1 523 gafas protectoras, 41 219 frascos de gel antiséptico y 164 876 mascarillas desechables para proteger a los militares. Ese contrato cuesta USD 905 000.
El ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín, señala que existen “problemas serios en cuanto a contagios” y añade que se ha dispuesto el traslado a Guayaquil de 200 militares para reemplazar a quienes han sido golpeados.
En esta semana, además aseguró que “1 000 efectivos se encuentran en aislamiento”.
Militares que se encuentran en los puntos de control y que accedieron a entrevistas señalan que están conscientes del peligro de estar en atención de primera línea. “Entendemos que nuestra misión es ayudar y mucho más en zonas, como el Puerto Principal, donde se nos requiere con urgencia por la cantidad de civiles afectados que se reportan”, dice uno.
Las tropas también están desplegadas para entregar kits alimenticios a las personas que más necesitan y no pueden comprar. Por ejemplo, en Quito, continúa el trabajo junto al Patronato San José. Así han llegado a los barrios periféricos.
En cambio, la Brigada de Fuerzas Especiales Patria, asentada en Latacunga, recorre sectores de Latacunga, para ayudar a las familias.
Todo el trabajo lo hacen cubiertos con mascarillas. La idea es prevenir el contagio.
“Somos las FF.AA. del Ecuador. Apoyamos a todos los ecuatorianos en esta emergencia sanitaria. ¡Saldremos adelante!”, señala un mensaje que la institución difunde a diario entre su personal.
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