Policías y militares atacan reductos de pandilleros en Honduras

Soldados y policías bajaron el viernes 7 de septiembre del 2018 de camiones a patrullar en las calles y entrar a las casas en comunidades marginales de Honduras, en una nueva estrategia del gobierno para combatir a las sanguinarias pandillas que aterrorizan a los pobladores.

Armados con fusiles y acompañados de fiscales, unos 300 efectivos de una fuerza combinada de militares y policías colmaron las calles de la colonia El Picachito, al pie del cerro El Picacho, en el oeste de la capital Tegucigalpa, feudo de la pandilla 'El Combo que no se deja'.

Más abajo de esa ladera empinada, los agentes patrullaban la Sagastume y otras colonias cercanas, donde miembros de la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18 se disputan el territorio para vender drogas y extorsionar a vecinos con el llamado 'impuesto de guerra'.

Al caer la tarde y asomar las primeras luces nocturnas, los vecinos tienen que refugiarse en sus casas en un estado de sitio no declarado impuesto por las pandillas.

Los operativos esporádicos con vehículos y motocicletas que normalmente desarrolla la policía resultan insuficientes para llevar la tranquilidad de los vecinos que viven en estos barrios de residencias amuralladas, construidas con paredes de concreto y puertas con barrotes y láminas de hierro.

Nueva estrategia 

Pero el 29 de agosto, el presidente Juan Orlando Hernández anunció una nueva ofensiva policial y militar para neutralizar a las temidas pandillas en Honduras, donde la tasa de homicidios es de 43 por cada 100 000 habitantes, cinco veces el promedio mundial.

Aunque no hay una cifra oficial confiable de la cantidades de pandilleros, la policía y organismos familiarizados con temas de violencia estiman que son decenas de miles. Muchos son jóvenes atraídos a las organizaciones criminales por falta de oportunidades de trabajo y estudio.

La violencia de las pandillas obliga a muchos hondureños a abandonar sus viviendas, desplazarse a zonas más seguras o intentar llegar a Estados Unidos.

La nueva estrategia del gobierno de saturar con efectivos los reductos de las pandillas despierta esperanzas entre algunos vecinos.

“Está bien” el operativo , “los hijos de Dios no le tememos a nada”, afirmó a la AFP una mujer entrada en años que pidió que se le identificara como María, mientras miraba a soldados y policías patrullar las calles de su colonia.

Mientras acompañaba el contingente en El Picachito, el portavoz militar, teniente José Coello, dijo a AFP que los efectivos están presentes también “en las colonias de Amarateca (norte) y muchas otras, en la operación que anunció en agosto el presidente Juan Orlando Hernández ” .

“Vamos a ir liberando territorio por territorio a Honduras de las bandas criminales, de las maras y pandillas”, declaró entonces el presidente.

El gobierno dividió los barrios ocupados por pandillas en cuadrantes para desplegar los militares y policías y tratar de impedir que cometan crímenes. No ha dicho cuántos efectivos participan en total en la operación.

Las pandillas como El combo, MS-13, Barrio 18 y Chirizos mantienen aterrorizadas a los vecinos en la capital y otras ciudades, donde extorsionan, asesinan, violan y asaltan, ante la falta de presencia de las autoridades.

Tras anunciar la nueva ofensiva con la recién creada Fuerza Antimaras y Pandillas, el presidente llamó a los pandilleros a dejar las actividades ilícitas.

“Tienen espacio para reconvertirse en ciudadanos de bien y también nosotros queremos crear esos espacios para que tengan oportunidad de enmendar su vida”, señaló entonces Hernández.

En El Picachito, Coello dijo que habían sido detectadas “ dos casas locas ” , como llaman a las viviendas que los pandilleros arrebatan a sus ocupantes para utilizarlas como escondite para cometer asesinatos.

Los vecinos se refugiaron temerosos en sus casas y rehuían hablar con la prensa mientras se realizaba el operativo.

“Aquí hay que ver, oír y callar”, dijo a la AFP un vecino de 64 años que se identificó como Carlitos.

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