En la poesía siento con más fuerza mi vida: Dávila Vásquez
Redacción Cultura
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Jorge Dávila Vásquez ha cultivado con paciencia y disciplina una obra narrativa que lo ha situado como uno de los más reconocidos escritores de su generación.
HOJA DE VIDA
Jorge Dávila Vásquez
Nació en la ciudad de Cuenca, en 1947. Ha escrito en casi todos los géneros literarios: la narrativa, la poesía, el teatro, el ensayo y la crítica literaria.
Es Presidente de la Casa de la Cultura Núcleo de Azuay. Ha publicado las novelas ‘María Joaquina en la vida y en la muerte’ (Premio Aurelio Espinosa Pólit), ‘De rumores y sombras’ y ‘La vida secreta’.
Sin embargo, en silencio, en lo oculto, con perseverancia, también ha forjado una vasta obra poética, la mayoría de la cual permanece inédita.
Hace pocos días, la Casa de la Cultura ha sacado del secreto esa obra lírica en el volumen compilatorio titulado muy gráficamente ‘Temblor de la palabra’.
¿Qué ha hecho que un narrador se vuelva a la poesía como medio expresivo?
Hace como 35 años que he estado metido de cabeza en la narrativa. En relato he publicado cerca de 20 libros y en poesía solo cuatro. Me parecía que lo mío estaba dicho en el relato.
Y sin embargo siguió escribiendo poesía...
La poesía es importantísima para mí, es esa zona en donde siento con más fuerza mi vida. Por la amable insistencia del presidente de la CCE, Marco Antonio Rodríguez, hice una selección junto a mi mujer, luego nos ayudó en el trabajo de selección y de edición el poeta Santiago Vizcaíno. Él decidió que fueran íntegros libros como ‘Canción de horas’ o ‘Canción de Eurídice’.
En algunos libros se fechan los poemarios como ‘hacia’ una fecha. ¿No recuerda cuándo los escribió?
En el libro de horas, por ejemplo, no hay una fecha de inicio. Lo que pasa es que ese libro estuvo perdido. Era un conjunto de hojas escritas a máquina que se extraviaron y que las encontramos cuando nos cambiamos de casa hace como dos años.
¿Fue un reencuentro con el arrebato juvenil de la poesía?
Es un texto que lo escribí a lo largo de años. Yo nunca hago las cosas en un solo momento, sino en una suma de ellos. Siempre tengo la idea, al menos, de que los libros debieran ser algo orgánico, que tengan una cierta unidad...
¿Cuál es esa unidad en el caso de este libro?
Un testimonio de mi labor poética. Nunca he dejado de escribir poesía en todos estos años. Cuando fijamos la dimensión me asusté un poco porque eran como 350 páginas. Pero cuando encontré seis volúmenes de poesía inéditos vi que la magnitud era mayor.
¿Pero nunca los publicó?
Digamos que asumí, para mí mismo, el papel de narrador. Y era como que la poesía quedaba un poco de lado en cuanto a la publicación. Pensaba algo así como que lo que tenía que decir en la poesía ya lo había dicho en los relatos. Muchos de mis relatos son prosas poéticas.
¿Usted es un narrador que escribe poemas o un poeta que ha escrito relatos?
(Sonríe). Soy ambas cosas y escribo las dos cosas.
¿Cómo reconoce cuando algo va a ser poema o cuento?
Hay ideas que se van perfilando mientras te van saliendo, cuando hay cosas que nacen ya con una forma concreta. Por un lado eliges lo que vas a escribir, pero por otro lado el género también te busca. Mi sistema de trabajo es sentarme todos los días en mi mesa de trabajo desde las 21:00 hasta la medianoche. Siempre.
¿Las voz narradora y la voz poética pueden coincidir?
Mi poesía es un homenaje a las cosas simples. Hay continuos homenajes estéticos a la música, al arte, a la mitología, pero está hecha de cosas sencillas, de una vida junto a una mujer durante 40 años. Muchos poemas son evocaciones a esa vida matrimonial.
¿Un cuento se parece a un poema en su estructura?
Los cuentos, sobre todo los de cierta extensión, tienen un tono diferente a la poesía. Los que sí son muy cercanos son los microcuentos y los poemas.