La pobreza disminuyó en Cuenca

Lorena Astudillo optó por un negocio de venta de ropa para mantener a su hijo. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Lorena Astudillo optó por un negocio de venta de ropa para mantener a su hijo. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Lorena Astudillo optó por un negocio de venta de ropa para mantener a su hijo. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Cuenca es la ciudad con mayor descenso de la pobreza en el país. Pasó del 7,8% al 2,8%, entre junio del 2017 y el mismo mes de este año, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). En Machala y en Ambato también bajó, pero no de manera significativa.

El aumento del empleo adecuado es la causa principal, de acuerdo con la investigación del INEC. Ese indicador subió del 60,1% al 66,5%, en esta urbe, en este período.

Las hermanas Rosa y Blanca Toapante tienen 30 y 38 años, respectivamente. Ellas encontraron trabajo en julio y septiembre del 2017, tras dos años de continua búsqueda.

Rosa consiguió como ayudante de cocina y recibe USD 385 al mes. En cambio, Blanca es la responsable de la limpieza del coliseo de Liga de Cuenca y percibe USD 600 al mes. Lo lograron a través de la Red Socio Empleo del Gobierno.

El esposo de Rosa es albañil y tienen tres hijos. Su hermana tiene dos y su marido es agricultor. Ellas salían dos veces por semana a buscar empleo en el centro de Cuenca.

Rosa Toapante labora como ayudante de cocina. Estuvo dos años en el desempleo. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO

Cuando tenían suerte las contrataban para que limpiaran casas o lavaran ropa. También cultivaban huertas en Tarqui. En el mejor de los casos ganaban USD 10 a la semana.

Ahora con sus sueldos compran los alimentos y están cancelando deudas por servicios básicos y préstamos.

Según el INEC, el 58,2% de las personas con empleo adecuado en Cuenca labora en servicios, el 21,8% en comercio y el 14,9% en manufactura. Además, el ingreso laboral promedio subió en USD 174 en la urbe y se registró principalmente en estos tres sectores.

Rodrigo Mendieta es decano de Economía y coordinador del Grupo de Investigación en Economía Regional de la Universidad de Cuenca. Para él, al ser la capital azuaya el polo de desarrollo del sur del país tiene empresas consolidadas en la producción de neumáticos, cerámica, muebles y línea blanca, que demandan mano de obra permanente.

La ciudad también tiene grupos económicos grandes, como Eljuri, Ortiz, Jaramillo, Peña y Vázquez, que impulsan nuevos proyectos, sostiene Mendieta. Por ejemplo, en mayo pasado el Grupo Ortiz inauguró el Centro Comercial Batán Shopping, que generó 400 puestos de trabajo.

Hace un año, estos mismos inversionistas y la familia Eljuri abrieron el Hotel Four Points­ by Sheraton, que emplea a 60 personas, según su gerente Jorge Gutiérrez.

Otros proyectos que crearon más de 600 empleos durante el 2018 son el nuevo Gran Akí, ubicado al sur de la ciudad, y la reanudación de las obras del tranvía cuencano.

En esta última obra labora Johnny Morán, de 23 años. Estuvo tres meses desempleado hasta que, en febrero pasado, un subcontratista del consorcio francés ACTN lo empleó como obrero. En la actualidad, gana USD 110 semanales.

Este lunes 27 de agosto del 2018, por ejemplo, cavaba un canal en una acera de la calle Gaspar Sangurima (centro), que servirá para guardar el cableado de la semaforización del tranvía. Con su sueldo cubre los gastos de alimentación de su esposa y de su hija y los USD 100 de arriendo. “Es terrible estar desempleado, porque las necesidades no esperan”.

Mendieta cree que el incremento de las remesas que envían los migrantes también redujo la pobreza en Cuenca, porque ese dinero llega para ayudar a las familias en la manutención e instalar negocios.

La capital azuaya recibió USD 344,83 millones por este concepto, entre junio del 2017 y marzo pasado. Ese monto representó USD 22,83 millones más que lo registrado entre junio del 2016 y marzo del 2017, de acuerdo con datos del Banco Central del Ecuador.

Humberto León recibe USD 500 de su hija que vive en Estados Unidos. Con ese dinero paga la educación de sus nietos y la alimentación de su esposa. Es guardia y el sueldo básico que recibe no le alcanza para cubrir sus necesidades.

En cambio, Lorena Astudillo, de 38 años, pasó dos años desempleada. Trabajaba en una boutique y cuando empezaron a decaer las ventas fue despedida. Desde entonces, dejaba su hoja de vida en todo lado. En ese tiempo no podía pagar sus deudas ni las planillas de los servicios básicos.

“Hacía malabares domésticos para sobrevivir con mi hijo de 7 años”. Sus padres la ayudaban. Según ella, estaba todo complicado y por eso decidió abrir un almacén de ropa en su casa, como un emprendimiento.

Ahora trabaja a consignación. Es decir, toma la mercadería y lo que vende lo paga y el resto lo devuelve. Con este negocio gana alrededor de USD 450 al mes, que le alcanzan para cancelar las deudas y mantener su hogar.

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