José Eras
En vano, algunos editorialistas se empeñan en mostrar al presidente Correa como enemigo de la libertad de expresión.
El pueblo no les cree, porque ya se ha dado cuenta de que todo lo que se escribe en los editoriales son estrategias de los grandes monopolios que ven amenazados sus intereses e inversiones que les generan grandes capitales a costa del sufrimiento y el dolor ajeno.
Para nadie es un secreto que la mayoría de periodistas desarrollan su trabajo controlados por grupos de poder, que escudados bajo el lema de “la libertad de expresión” se creen infalibles y dueños de la verdad.
Sabemos que la función de los medios es informar, educar y entretener; que su finalidad es presentar temas de interés público; que todas sus programaciones deben estar reguladas por una ética profesional.
Pero en la mayoría no pasa eso; en sus programaciones abunda la publicidad extravagante, ficticia, milagrera; ofrecen sexo, superstición, fantasía, violencia. Se han vuelto esclavos de la estructura neoliberal, a la que sirven fomentando el consumismo. Su estrategia es incitar al morbo para vender más. Para ellos, se es persona en cuanto más se consume.
Pero en medio de ese lado feo, hay personas honestas que luchan por mantener un espacio a base de la reflexión libre y autónoma. Eso debe llamarse “libertad de expresión”.
Una prensa libre y autónoma no es la que está a la caza de los errores del Presidente ni detrás de la intimidad de “los famosos” para fabricar la noticia, sino la que haciendo uso de su intelecto presenta alternativas para el desarrollo de la Patria. Cuando el periodismo no está al servicio de los explotadores cumple una digna labor en beneficio de la sociedad.
Algún sector de la prensa, en vez de dedicarse a vociferar que son víctimas de un antisistema, convendría que se matriculase en las aulas universitarias para capacitarse y estar a la altura de lo que significa la comunicación en el mundo de hoy.
No basta con leer el prólogo de cualquier libro. Ojalá algún día algunos medios se asemejen a aquel periódico de Condorito cuyo lema dice: “El Hocicón: Diario pobre, pero honrado”.