La Plaza de la Independencia, donde todos se encuentran

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La Plaza Grande es sitio de encuentro para los quiteños. No importa la edad, este es el punto neurálgico de la ciudad que sirve para concentrar a manifestantes, familias, amigos, trabajadores, gobernantes y turistas.

Julia Sarzosa se sienta, con celular en mano, en una de las bancas verdes que bordean la estatua a los próceres de la Independencia. Con un pie mece el coche de su bebé mientras lee los mensajes que le llegan a su perfil de Facebook. Está conectada a la señal de Internet gratuita que existe en la Plaza.

Ella viene desde La Marín solo para ver las actualizaciones en sus redes sociales.

“Es bueno porque no me cuesta y puedo entrar a cualquier hora”, explica.

Los adolescentes Fernando Freire y Christian Coello están contentos con este servicio que funciona desde marzo del 2011.

Ellos sacan sus tabletas y se conectan en menos de un minuto a Facebook, WhatsApp y YouTube. “Es algo bastante útil. Lo empezamos a usar en enero de este año por tareas del colegio”, dice Freire.

Por estar en sus tabletas no alzan a ver lo que sucede a su alrededor. Ignoran a los cientos de turistas que ponen su mejor sonrisa para tomarse una foto frente al monumento de la Independencia.

Jess Samper, estadounidense, e
stá encantada porque a esta Plaza la rodean los palacios de Gobierno y Arzobispal; el Municipio y la Catedral.

Gracias a su guía conoce que el monumento a la Independencia fue construido en 1906 en honor a los próceres caídos el 2 de Agosto de 1810, cuando se escribió una de las páginas más tristes de la ciudad.

Ella cuenta las ocho puntas que sobresalen de la base del monumento. Además, admira el brillo de la piedra que conforma la columna principal y las figuras de bronce del cóndor y el león que simulan la independencia de Ecuador del dominio de España.

El guía pide a los turistas que se fijen en la “Dama de la Independencia” que es el símbolo de libertad y de la tea que sostiene como señal de conocimiento y de luz de esperanza.

El grupo de siete turistas estadounidenses, en el que está Samper, entra al restaurante Senderito, ubicado debajo de la Catedral. Uno de ellos se arriesga a pedir un seco de chivo, otros prefieren tomar un café con quesadillas.

Se sientan en los exteriores del restaurante. Ahí, Quito Turismo colocó, en octubre pasado, unos “corralitos” turísticos para que los comensales puedan disfrutar de la cocina ecuatoriana con mayor comodidad y seguridad.

“Parece un restaurante francés”, dice Rómulo Piedra, un quiteño que come higos con pan en compañía de sus nietos.

Los seis restaurantes que están bajo la iglesia tienen este cerco ornamental y cuatro mesas que atraen a los visitantes. Además, ha puesto parasoles para proteger a sus clientes del sol quiteño que lastima la piel, especialmente, al mediodía.

Mientras los turistas están con sus manos en la comida, los viejitos están con las suyas en la Biblia o en los periódicos. Pasan las páginas de la política nacional de los diarios y comentan sus vivencias.

La Plaza es conocida por la cantidad de adultos mayores que se reúnen para discutir sobre la política del país. Foto: El Comercio

Junto a ellos está Hernán Albuja que dirige un curso vacacional. Llegó con 13 niños a la Plaza Grande para hacerles conocer la historia. “A ellos les gusta mucho venir aquí, sobre todo por los dulces tradicionales”. Mientras se sirven un vaso con espumilla, dos de los niños ven hacia el edificio del Municipio, les llama la atención que sea diferente a los otros que cercan la Plaza.

Esta edificación es una “monstruosidad” para Rodrigo Encalada, un vecino. Fue construido en 1973 con técnicas modernas de esa época. No llama la atención a los turistas que ni le sacan fotografías.

Las 14 columnas que sostienen esta construcción son de cemento visto y no se comparan, dice Encalada, con las “preciosas” columnas de los palacios de Carondelet y Arzobispal construidos entre los siglos XVI y XVII. “Además, daña la arquitectura de la Catedral”, sentencia.

La Plaza de las marchas

“Cuando le sacamos al Lucio yo era diez años más joven. Corría hecho una bala”, cuenta Camilo Bonifaz, de 65 años, a otros cuatro “abuelitos” sentados a su lado. Recuerda aquella época en donde cientos de miles de ecuatorianos derrocaron al entonces presidente Lucio Gutiérrez.

También, recuerda que esta Plaza se llenó de manifestantes para sacar a Abdalá Bucaram y a Jamil Mahuad.

Pero estos recuerdos no solo están en la memoria de Camilo, sino también en una placa incrustada en la pared frontal de la Catedral en donde se puede leer “Al Pueblo de Quito” en honor a las protestas que terminaron con el gobierno de Bucaram en 1997.

Esta Plaza es de las manifestaciones, sostiene Julio Andrango, estudiante. Dice que ahora hay una “extraña sensación” que impide a las personas manifestarse en contra de medidas del Régimen.

No obstante, hay pequeños grupos que gritan por sus derechos frente al Palacio de Gobierno. Los miércoles, por ejemplo, la Asociación de Familiares de los Desaparecidos reclama al Estado que encuentre a sus hijos, padres, nietos...

Telmo Pacheco continúa con la búsqueda de su hijo desaparecido el 3 de noviembre de 2012. “Así lo encuentren, seguiré protestando por los otros casos”, señala.

Les acompaña el cantautor Jaime Guevara que golpea un tambor. Su percusión llama la atención de los curiosos que miran con tristeza las pancartas con los nombres y los rostros de los desaparecidos.

Frente al Palacio de Carondelet, los miércoles, familiares de los desaparecidos piden que las investigaciones avances. Foto: El Comercio

Por otro lado, una mujer a viva voz protesta a partir de las 18:00, todas las noches, en contra de las medidas económicas del Gobierno.

Las protestas también se concentran en el lado municipal. Uno de los últimos casos ocurrió el lunes cuando un grupo de comerciantes exigía su regularización para poder trabajar en las calles quiteñas.

El lugar está lleno de historias que cuenta la gente, que opina desde el partido de fútbol que se jugará el domingo hasta los posibles resultados electorales de las próximas elecciones en 2017.

Hay otros que prefieren no discutir. Frente al Municipio dos jóvenes se besan. Julio y Jesennia llevan 4 meses de enamorados y se citaron aquí para caminar por el Centro. Así festejan su día especial.

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