Así lucía La Mariscal (una de las zonas más visitadas por turistas), a las 11:00 del lunes 11 de mayo del 2020. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.
Volver los ojos al campo. Una de las alternativas para reactivar la economía en la capital es desempolvar el turismo local. Analía Ledesma, presidenta de la Comisión de Turismo del Concejo Metropolitano, sostiene que la clave para la dinamización económica de la capital deberá ir de la mano con el turismo rural.
Quito cuenta con 33 parroquias rurales. Sin tener que viajar más de dos horas, puede llegar a montañas, cascadas y conocer en qué consiste la vida del campo, la cosecha, cómo se hacen el café y el chocolate.
Ledesma explica que justamente debido al confinamiento, la gente va a necesitar salir de casa sin ponerse en riesgo.
La comisión exhortó a Quito Turismo a empezar a trabajar con los gobiernos rurales, sus líderes, los emprendedores y operadores turísticos comunitarios. El primer paso fue realizar un inventario, ya que en el actual no constan varios proyectos de comunidades que están bien organizadas.
El lunes 11 de mayo del 2020 se realizó una mesa de trabajo con entidades relacionadas al turismo; en ella se acordó capacitar a guías locales y gestores para que se enmarquen dentro de lo que será la nueva normalidad y puedan garantizar un servicio seguro.
En el momento, se encuentran trabajando en la elaboración de protocolos de bioseguridad, además -explicó Ledesma- barajan opciones para gestionar créditos que permitan esos funcionamientos.
Para dar el primer impulso a esta activación se requerirán, por pedido de la Comisión de Turismo, USD 40 000. Ese dinero irá destinado a la organización del Festival del Chocó Andino, al encuentro de parroquias rurales, al Festival de la Ruta Escondida, a capacitación a guías comunitarios y activaciones promocionales.
Además, se invertirán USD 10 000 en señalización y 5 000 exclusivamente en capacitaciones sobre bioseguridad.
Paralelamente, la activación económica comercial en Quito será ordenada y bajo estrictas medidas de control; para lograrlo, el Municipio trabaja con distintos gremios.
María Fernanda Garcés, secretaria de Desarrollo Productivo, indica que la última reunión fue el viernes pasado. El alcalde Jorge Yunda planteó la necesidad de un compromiso por parte del sector productivo. Cada establecimiento deberá garantizar medidas para minimizar la posibilidad de contagio entre trabajadores, clientes y proveedores.
En Quito, la mayor parte del tejido empresarial está conformado por microempresas. De las cerca de 188 000 empresas que funcionan en la capital, el 75% (160 000) son microempresas, que generan aproximadamente el 53% de empleo en la ciudad.
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Garcés indica que el 60% de las actividades que se ejecutan en Quito tiene que ver con prestación de servicios, ello implica contacto entre personas. De allí la importancia de que existan protocolos.
El COE nacional dispuso que mientras se encuentre en semáforo rojo, se podrán activar proyectos piloto de otras ramas, siempre y cuando cumplan con las medidas y obtengan su aprobación.
Bajo esa lógica, la semana pasada se asignó a los gobiernos locales que reciban información de las potenciales empresas que desean participar en el piloto y que hagan llegar esa información al COE nacional.
Se conformó una mesa técnica integrada por las secretarías de Productividad, Salud y Movilidad, para analizar los protocolos enviados por las empresas. Entre los sectores interesados están el maderero, automotor, textil y comercio.
Garcés indica que hasta el momento han recibido propuestas completas, responsables, basándose incluso en experiencias de otros países.
Al ser un proyecto piloto, la activación no va a ser general ni por ramas, sino por empresas. Únicamente podrán hacerlo aquellas autorizadas por el COE nacional y que cuenten con la posibilidad de operar. Por ejemplo, aquellas que puedan transportar a sus trabajadores de manera directa, tomando en cuenta que no hay transporte público.
El piloto tampoco significa necesariamente que habrá atención al cliente. Las empresas podrán atender quizás con previa cita o a puerta cerrada, con mínima interacción.
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