Los nuevos camiones que llegaron a Emaseo permitirán ampliar las rutas especiales para reciclar. Hasta el momento han llegado 28 vehículos. Foto: Julio Estrella / El Comercio
Quito no recicla. El año pasado, de las 742 000 toneladas de basura que se generaron en la capital, apenas se separó el 0,29% de los desechos, es decir 2 200 toneladas.
La buena costumbre de separar los desperdicios que pueden ser reutilizables se mantiene en solo 21 de 1 200 barrios. Eso representa el 1,75% de los sectores de la ciudad.
Cada hogar tiene una excusa distinta: los padres no tienen tiempo, no hay dinero para comprar más bolsas, tampoco espacio para almacenar lo acumulado e incluso muchas personas no saben cómo hacerlo.
María Carolina Alarcón, de 39 años y madre de dos hijos, admite, con algo de vergüenza, que forma parte de esas estadísticas. Reconoce que antes clasificaba los desperdicios en fundas distintas por pedido de su hijo mayor, como parte de un proyecto escolar. Pero cuando sacaba las bolsas, veía cómo el carro recolector las metía al mismo balde y todo se mezclaba. Eso la desmotivó.
Le entusiasma conocer que su barrio estará dentro de una de las rutas de recolección diferenciada que Emaseo aplicará a partir de marzo.
Paúl Luzuriaga, coordinador general técnico de la empresa recolectora, señala que la crisis por la que atravesó la ciudad el año pasado complicó la operación. Sin camiones no se podía realizar una recolección adecuada, mucho menos apuntar a rutas de reciclaje, pero con la llegada de los 28 camiones de la nueva flota (de un total de 36 que se adquirieron), esa realidad cambió.
Seis camiones atenderán en un inicio dos veces por semana las rutas que se abrirán para recolección de plásticos, cartón, metal, vidrio y orgánicos. La semana pasada finalizó el estudio técnico que servirá para determinar el cronograma y el miércoles 27 de febrero se darán a conocer las rutas y los barrios que se beneficiarán con este proyecto municipal.
En el momento hay seis rutas operativas en las que el recolector pasa un día a la semana: Quito Tenis, Calderón, Mariscal Ayacucho, República de El Salvador, González Suárez y El Condado. En primera instancia esas rutas se ampliarán a sectores aledaños. Por ejemplo, en el caso de Quito Tenis se extenderá a la Unión Nacional, sector de El Bosque y el resto de casas ubicadas entre la avenida De la Prensa y la Mariscal Sucre. De esta manera se logrará pasar de 3 000 familias beneficiarias por zona a unas 15 000, es decir, quintuplicar la recolección en la ciudad. En marzo se empezará el trabajo de campo en los barrios, para que la gente tenga conocimiento del nuevo servicio.
En Quito solo se sanciona cuando hay una disposición incorrecta de residuos, (ver infografía). Pero no reciclar no se amonesta. Eso está por cambiar este año. La Ordenanza 332 sostiene que cuando Emaseo lance una ruta especial para recolección diferenciada, la gente tendrá la obligación de separar los residuos en la fuente.
Habrá 90 días de difusión de las nuevas rutas y de la necesidad de separar en la fuente. A partir de julio, dependiendo de la nueva administración, se iniciaría con programas de sanción a quienes no arrojen sus desperdicios de manera clasificada.
Los primeros recorridos servirán para medir la aceptación de la gente y se reorganizarán las rutas. Según el peso que se recolecte, el vehículo pasaría tres veces por semana. El plan contempla entrar en negociaciones directas con las grandes empresas recicladoras de la ciudad, para que la actividad se vuelva dinámica.
Al principio, lo recolectado será llevado al Cegam más cercano, pero el objetivo es contactar a empresas recicladoras de acopio que tengan permiso ambiental para entregar al gestor más cercano. Con esta primera etapa, se pretende recolectar este año 8 000 toneladas de reciclables. Se espera que al terminar el 2019 sean más de 100 000 familias las beneficiarias. El plan total para la ciudad está contemplado para ser ejecutado en tres años.
Para Alfredo Jaramillo, ingeniero ambiental, el reto de crear una cultura de reciclaje es grande, ya que implica un cambio de chip. En Berlín, por ejemplo, les tomó 15 años introducir la recolección diferenciada. Jaramillo asegura que el endurecimiento de sanciones es clave. En ciudades donde hay cultura de reciclaje, las multas por mala disposición de basura sobrepasan los USD 1 000.