Los geólogos apuntan a que los movimientos de los continentes de la Tierra son cíclicos y que cada 500 a 700 millones de años se crea un supercontinente.
La última vez fue hace aproximadamente 300 millones de años, cuando la Pangea se formó para romperse (y dar lugar a la actual configuración terrestre) 100 millones de años más tarde, en plena era de los dinosaurios. Es por ello que los científicos sospechan que volverá a ocurrir en unos 200 o 300 millones de años.
Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Curtin (Australia) y publicado en National Science Review, ahonda en cómo será esta Tierra del futuro. Y predicen que la clave estará en el cierre del
viejo océano Pacífico.
Los continentes se mueven debido a la circulación que se produce en la capa bajo las siete placas tectónicas más importantes. Una placa es ‘forzada’ a pasar bajo otra, en un proceso llamado subducción que, a su vez, rompe la corteza en el lado opuesto de la placa. Esto permite que nuevas rocas fundidas broten a la superficie para llenar la brecha.
Un proceso continuo
Este proceso provoca que el fondo oceánico esté siendo constantemente creado y destruido. Sin embargo, los continentes están hechos con rocas menos densas que el pesado lecho del océano, por lo que se elevan por encima de las aguas y escapan de la subducción.
Así es como los continentes mantienen su forma por millones de años, mientras se deslizan lentamente por el planeta.
Sin embargo, inevitablemente colisionan y, a veces, se unen para formar un supercontinente. Pangea fue el último; pero antes, hace alrededor de 1 100 millones de años, se formó otro llamado Rodinia, que se quebró 250 millones de años más tarde.
Antes de ese hubo otro y casi seguramente muchos más antes. Pero como la formación de un supercontinente tiende a destruir las pruebas del anterior, no podemos estar seguros de cuántas veces ha ocurrido desde la creación de nuestro planeta.
Dos escenarios futuros
Ahora mismo estamos en medio de un ciclo: el Pacífico se está cerrando a medida que los depósitos oceánicos se hunden en las zonas de subducción del Pacífico norte. Por su parte, el Atlántico está creciendo a medida que se crea un nuevo suelo oceánico.
Mientras el continente americano se separa de Europa, Australia se mueve hacia el norte y hacia el sudeste de Asia. Todo esto en un ‘baile’ de continentes casi inapreciable de 15 milímetros por año.
Los geólogos contemplan dos escenarios: uno en el que se abre una zona de subducción en el Atlántico y el suelo marino se retrae, haciendo chocar Europa y América; y un segundo en el que el Atlántico continúa expandiéndose, y América y Asia colisionan, formando un supercontinente ya bautizado como Amasia. Esta última hipótesis es hacia la que apuntan los datos del citado estudio.