La parada de los buses, en la calle Yerovi, es una de las zonas más conflictivas. La gente arroja basura por montones. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Está por todos lados, en los parterres, terrenos baldíos y quebradas. Incluso hay bolsas que cuelgan de árboles y otras depositadas sobre el techo de las paradas. La basura, en La Pisulí, es omnipresente.
Para llegar a la cooperativa se debe subir desde la av. Mariscal Sucre, por la calle Rumihurco hacia una loma donde se asientan 11 barrios del noroccidente de Quito. La Pisulí está entre La Roldós y Tiwinza, y se ha vuelto el basurero de los sectores cercanos.
Apenas empieza este caserío de 14 cuadras donde viven 8 400 personas, la primera en dar la bienvenida es una montaña de desperdicios. Siete perros escarban las fundas y las rompen. Las personas se bajan de la vereda para no interrumpir el banquete de los canes y cuando hablan del problema principal del barrio, hacen referencia a la delincuencia más que al desaseo. Hay quienes se acostumbraron a ver llegar camionetas del barrio vecino de La Paz y arrojar las fundas en sus calles. A lo largo de la calle Pablo Yerovi, la vía principal de La Pisulí, hay 17 lugares donde se acumulan desperdicios, la mayoría sobre el parterre central. Ayer, solo en esa vía, se contabilizaron 100 perros.
La vista desde La Pisulí es envidiable. Se ve el norte de la ciudad a sus pies. El caserío está asentado en una parte alta y está bordeado por dos quebradas: La Chitahuaico y El Rancho. Ambas, también, llenas de basura y escombros.
En la vía principal de La Pisulí, las fundas se colocan incluso en los techos de las paradas de los buses. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Juvenal Andrade, dirigente del barrio, reconoce que la basura siempre ha sido una complicación, pero da fe de que el problema empeoró el año pasado. En el 2017 colocaron contenedores y la gente pensó que las calles se limpiarían pero no fue así. Andrade lo admite: los moradores no estaban listos para ese sistema.
Un contenedor sirve para colocar solo desperdicios domésticos, pero en La Pisulí colocaban piedras, escombros, fierros, varillas, colchones, electrodomésticos, perros muertos y más desechos.
Paúl Luzuriaga, excoordinador Técnico de Emaseo, explica que el sistema de contenerización debió retirarse en el 2018 debido a la forma en la que la gente disponía la basura. En la parada de los buses, por ejemplo, se habían colocado cinco contenedores pero en la tarde se saturaban y los desechos se regaban.
Con todo desperdigado, el recolector no podía acercarse lo suficiente para vaciar el contenedor, lo que complicaba la tarea. En esa zona, dice Luzuriaga, se debía dar el servicio todos los días, incluso a veces dos veces al día, debido a la cantidad de basura que se genera. Y eso era imposible con la flota incompleta.
Luzuriaga añade otro detalle: durante la contenerización la gente se acostumbró a sacar las fundas y depositarlas en el tacho a toda hora. Pero cuando se lo quitó, las personas mantuvieron esa costumbre y hoy les pasa factura.
El dirigente barrial hace un ‘mea culpa’ a nombre de la comunidad y admite la falta de apoyo de la gente. Y recalca que los cientos de perros que merodean las calles tienen dueño, pero los dejan afuera para que coman lo que encuentren.
El recolector pasa por el barrio los lunes, miércoles y viernes. No logra limpiar totalmente los puntos críticos. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En la esquina de la calle 36 y Yerovi hay una casa donde viven seis personas y tienen ocho perros. A las 08:45 de ayer, todos estaban escarbando la basura acumulada junto a la parada principal de los buses. Andrade insiste en que faltó capacitación.
La actual Gerencia de Emaseo indicó en un comunicado que en lo que va de la nueva administración se están buscando soluciones para las denuncias que han recibido, pero “es una tarea que conlleva tiempo, pero sobre todo colaboración ciudadana”.
Señaló que en La Pisulí hay recolección a pie de vereda con uno de los vehículos nuevos los lunes, miércoles y viernes de 07:00 a 14:00 , por lo que la población debe sacar los desperdicios en ese horario y no acumularlo en otros lugares a otras horas. Se analizará la posibilidad de llegar con campañas ciudadanas .
Andrade tiene fe en que la nueva administración ayudará a solucionar el problema. El pasado lunes 24 de junio de 2019, junto a otros líderes de la zona, se reunieron con el alcalde Jorge Yunda, y le comentaron los problemas del sector, entre ellos, la basura.
Cuenta que el burgomaestre aseguró que tomará cartas en el asunto y que buscará una salida. Espera que los próximos días, Yunda acepte visitar el barrio y recorra las calles para que vea que la gente no exagera, y que los perros, las ratas, las moscas y el mal olor afectan a los vecinos.