El Gobierno del pueblo popular, antiimperialista y anticolonialista, ha dado un paso atrás, un paso discriminatorio contra los pueblos del mundo que son muy pobres o que están atravesando momentos difíciles.
Ahora, el régimen revolucionario ha restablecido la visa, algo que en Ecuador ya no existía más que como tarjeta de crédito.
Cuando todos éramos revolucionarios, a los 20 años, tarareábamos esa canción: A la rosa y al clavel, abre la muralla; al veneno y al puñal, cierra la muralla.
Hoy, en Ecuador, la letra ha cambiado: al iraní, abre la muralla; al paquistaní, cierra la muralla. Al cubano, abre la muralla; al afgano, cierra la muralla. Al venezolano, abre la muralla; al nigeriano, cierra la muralla. Al que mata, abre la muralla; al keniata, cierra la muralla. Al de Nikarawesh, abre la muralla; al de Bangladesh, cierra la muralla. Al que en AP crea, abre la muralla; al de Eritrea, cierra la muralla. Al de Potosí, abre la muralla; al somalí, cierra la muralla. Al chacal, abre la muralla; al de Nepal, cierra la muralla. Al más miope, abre la muralla; al etíope, cierra la muralla.
Hablemos a calzón quitado. En América, el único gobernante con guáramo (ver diccionario) ha sido Lula, quien pidió visa a los gringos. ¿Quieren venir a Galápagos? Que paguen USD 150 (obtengan o no la visa) y pasen por un interrogatorio humillante en el Consulado del Ecuador, por si acaso quieran quedarse en las islas.