Édison, un joven grafitero y rapero de 19 años, que aspiraba a ser dibujante profesional, no pudo cumplir ese sueño y el de proteger y ayudar a sus padres, porque una puñalada le quitó la vida.
El crimen se registró el sábado, la víspera de San Valentín, en una discoteca del norte de Quito, durante un confuso incidente que investiga la fiscal Silvia Sánchez.
“Nadie como madre está preparada para perder un hijo, menos para que le digan su hijo murió… Es terrible…”. Es el relato conmovedor, en medio del llanto, de Alexandra Ortega, madre de Édison.
Ella contó ayer, junto a su esposo, el periodista Enrique Alcívar, cómo falleció su primogénito, en la madrugada del sábado de la semana anterior, en el inicio del feriado de Carnaval.
Sentada, en la sala de su domicilio, sencillo y entristecido por la ausencia de Édison, la madre dijo que la madrugada del sábado, cerca de las 02:00, recibió la noticia de la muerte de su hijo. “Los médicos (de la Clínica Pichincha) me dijeron, ‘su hijo, lamentablemente, falleció, la herida que tenía era muy grave, tenía cortadas tres arterias y la yugular”.
La mujer, nacida en Guayaquil, al igual que su esposo y su extinto hijo, que viven 15 años en la capital, cuenta que Édison era un chico alegre, con sueños, como todos los jóvenes, estaba comenzando a vivir, le encantaba la pintura, la música. “Me decía, mami, tú vas a saber quién soy yo; yo siempre te voy a proteger; yo le decía, hijo, por qué me hablas así; yo soy tu hijo, me respondía…”.
Alexandra, quien cursa estudios de Sociología, recuerda que su hijo antes de su muerte tenía planes para viajar a Tonsupa, con ocasión del feriado de Carnaval. El jueves por la noche hizo su maleta, pero, de pronto, cambió de planes, porque su amigo, Bryan, con quien se proponía viajar, no contestó el teléfono.
Ella presentía algo. A las 21:22 del viernes 12, el celular de Alexandra tiene registrada la última llamada de su hijo, que había salido de su casa a las 17:00, diciendo que ya regresaba, pero nunca regresó, dice ella sollozando.
La dueña de la discoteca Sixty Four, Norma Chaupi, ubicada en las avenidas América y Colón, contó a los padres de Édison que el joven reaccionó, con palabras duras, a la acción de un hombre de más de 40 años que lanzó un balde de agua fría a la barra del negocio. Parecía que las cosas no iban a pasar a mayores, pero, repentinamente, aquel hombre, cuya identidad se desconoce, lo atacó con un puñal, hiriéndolo. Édison se desplomó a pocos metros. Una unidad del servicio de auxilio 911 lo recogió afuera del local y lo llevó a la clínica en donde, según la madre, “actuaron con total negligencia”.
Édison, relata su madre, integraba un grupo de música del género rap, denominado Gascanavis. Se dedicaba, junto con otros dos jóvenes, a plasmar lo que veía en las calles. “Me decía, mami, tú no sabes lo que pasa en las calles por la noche, recorremos las calles como misioneros para cantar y pintar lo que vemos, las necesidades de gente pobre, con hambre, con frío, que no tiene abrigo”.
Muchas veces el joven regresaba a su casa, sin chaqueta, sin abrigo, porque regalaba sus pertenencias a otros jóvenes necesitados. “Era muy dado al prójimo, muy sensible, regalaba lo que podía a la gente de la calle”.
Por el momento, el joven aspiraba ingresar a un instituto de diseño gráfico, que funciona en el sector del Parque Italia, para pulir los dibujos y grafos rudimentarios que pintaba en las paredes.
El joven dejó grabado un CD de música rap, en el cual el grupo Gascanavis repite que tiene poder en la calle. Su contenido llegó a conocimiento de sus padres después de la muerte del joven. Alexandra y Enrique Alcívar solo esperan que se haga justicia.