Penumbra

Entre la ineficiencia y la falta de planificación, entre el estiaje y la visión hiper-estatista, el Gobierno que ofreció que nunca más habría apagones ahora los afronta con muchos discursos y pocas luces.

A lo largo de  años los periodistas ecuatorianos hemos reportado, investigado y comentado los efectos de la crisis de la inacción y la falta de planificación.

Una vez más, se busca echar la culpa al pasado. Algo inaceptable. Habrá que decir al conductor atrapado en la congestión vehicular que los responsables son Sixto, Borja o Febres Cordero para ver qué contestan. Habrá que oír la respuesta del tendero al que se le dañó la leche, el queso o el yogur, cuando se culpa la partidocracia a ver si  comen cuento. Habrá que explicar al pobre al que se le dañó el pollo para alimentar a su familia, que es asunto de Palacio, Jamil, Lucio o Noboa.

A ciertas responsabilidades arrastradas se suma la inacción actual. Hace más de 30 años los estudios del desaparecido Inecel determinaban la urgencia de construir la presa Mazar con un triple propósito: generar energía propia (190 MW se estima); acopiar un volumen importante aguas arriba de Paute para capear la sequía que históricamente  se presenta de octubre a febrero y; servir como red para contener los sedimentos que limitan la capacidad de la presa Daniel Palacios. Pues Mazar apenas se inició en 2006 y estará lista para abril próximo, pero mientras tanto no se adelantaron los proyectos alternativos de generación hídrica que el propio plan maestro elaborado por técnicos y suscrito por el actual Gobierno contemplaba.

El potencial que se publica en un documento editado por los 10 años de existencia del Conelec (2007) habla de 22540 MW.

La mayoría de proyectos están en los ríos que se vuelcan sobre la selva oriental. Pero existe un potencial de 2200 MW en la cordillera occidental. Esos proyectos están parados. Se trata de iniciativa e inversión privada que no le cuestan ni un solo centavo al Estado y que por una visión política sesgada (controlar los sectores estratégicos) no se dejó continuar. Como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer.

Cuánto de los lamentos actuales se hubiese ahorrado el país si se permitía desarrollar estos proyectos que, desde luego, deben cumplir con las leyes y observar las normas ambientales.

Las centrales térmicas no están 100% operativas, en algunas faltan repuestos y su costo es alto por la importación de combustible.

Sopladora todavía no se firma, y faltarán al menos cinco años, Coca-Codo Sinclair con cuestionamientos por la entrega  a dedo las demoras en los estudios y el tiempo de construcción apenas estará en el 2018, con suerte.

El país asume millonarias pérdidas, caos en el tráfico y una delincuencia campeante en las tinieblas mientras los gobernantes siguen culpando al pasado.

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