Este artículo lo escribo en sombras, pero no en las románticas del pasillo ecuatoriano, sino en las penumbras de una pequeña oficina, no “de una pequeña alcoba”; y, gracias a la falta de energía eléctrica, iluminado por una vela. Esto se debe a la “clara visión” del gobernante para impulsar la industria de velas.
Entre el movimiento de la llama, analizo el Decreto 124 por el cual el presidente de la República declaró “el Estado de excepción eléctrica en todo el territorio nacional”, menos en el barrio donde tiene su casa, en el que el servicio de luz eléctrica se cortó días después de la declaratoria. ¡Ventajas del Mandatario!
Este Decreto que no utiliza correctamente el nombre de la Carta Magna (ya no es Constitución Política), culpa de la crisis energética a “la falta de nuevas inversiones”. Se olvida que su gobierno lleva casi 3 años de administración, y no ha atraído inversiones. Al contrario, con su forma de actuar las espanta. También se señala la necesidad de “garantizar la operación de las centrales termoeléctricas”. Este reconocimiento es tardío, la crisis la vivimos. Sus asambleístas en Montecristi fijaron como deber del Estado luchar por un ambiente libre de contaminación… ¡y cómo contaminan los generadores de energía! Además, si un mortal se descuida, por la emanación del monóxido de carbono de las plantas se puede envenenar o fallecer con la llamada “muerte dulce”.
Decreta el estado de excepción “con el objeto de garantizar la continuidad y suministro del servicio de fuerza eléctrica”. Se busca la continuidad del fluido eléctrico a costa de la discontinuidad de las actividades productivas. Ante la “indisponibilidad de generación de energía eléctrica”, según el Decreto, indisponen a un país necesitado de trabajo, cuyos habitantes son los responsables, según el Presidente, de la crisis por consumir electricidad.
Las “entidades”, no menciona el Decreto si públicas o privadas, “que tengan generación propia utilizarán sus equipos de manera obligatoria”. Se faculta al Ministro de Defensa, para que ordene la utilización forzosa de esos equipos. Es decir, como en las épocas de dictaduras militares padecidas en este continente.
“En todas las entidades del sector público será obligatorio el uso de equipos de autogeneración, bajo pena de destitución del funcionario responsable de su incumplimiento”. ¿No tendrían que irse a su casa los actuales responsables del caos que vivimos por la falta de energía eléctrica, empezando por el representante del Ejecutivo y continuando con el Ministro de Electricidad?
“Y en la penumbra vaga… aspiraré en el aire, como un olor a…” ¡diésel! No es de valientes echar la culpa a otros, y evadir su responsabilidad. Ese es el mal proceder de autoridades a las que el cargo les sobrepasó, y no saben reconocer su fracaso.