Obtengamos una idea clara de lo que significa el fascismo, a base de experiencias más bien recientes, como las dictaduras de Mussolini, Franco y Hitler, en Europa.
El fascismo …“fue profundamente antidemocrático. Como fue un movimiento de masas, pretendió reemplazar las decisiones democráticas, el parlamentismo y las elecciones por las exaltadas aclamaciones de las multitudes reunidas en las plazas, a las que dio valor plebiscitario”.
“Todas las versiones fascistas fueron iguales: la portuguesa, la alemana, la española y las muchas que, en menor escala y sin opción de poder, se formaron en muchas partes del mundo, inspiradas en la marcha sobre Roma. Todas ellas se caracterizaron por el sistema de partido único, la disolución de todos los demás partidos, antiparlamentarismo, eliminación de los sistemas electorales democráticos, regimentación vertical de la sociedad a través de la agremiación dirigida y controlada por el Gobierno, idolatrías del Estado, nacionalismo enfermizo, control absoluto de los medios de comunicación, desconocimiento de los derechos humanos, supresión de las libertades, desconstitucionalidad del Estado, violencia como método de lucha política, expansionismo territorial e ideológico, erección del Estado totalitario y concentración de todo el poder en unas solas manos: las del Duce, del Fuhreer o del Caudillo”.
¿De quién son los conceptos anotados? De un ex Presidente del Ecuador y -por hoy- el más destacado tratadista, Dr. Rodrigo Borja Cevallos, publicados en su monumental obra ‘Enciclopedia de la Política’.
Aceptamos que semejantes proyecciones no están ni en la mente de los actuales gobernantes ecuatorianos; pero hay riesgo de que partidarios políticos de base los pongan en práctica. Por ejemplo: en la última semana del mes pasado, en Guayaquil 300 “revolucionarios” juraron defender los CDR.
En un local de la Universidad de Guayaquil se produjo este poco común juramento, por un dirigente de Alianza País: “¿Juran por su honor ser verdaderos revolucionarios y defender la revolución ciudadana?”. “Sí, juramos” respondieron los 300 dirigentes barriales allí reunidos.
Paralelamente, ciudadanos sin haber formado un CDR realizaron demostración de violencia contra diario El Universo.
El Vicepresidente de la República, pocos días después, advirtió: “Si los CDR generan algún tipo de violencia seré el primero en oponerme a ese tipo de organización”. Si se instalase la violencia, ¿acaso no será tarde para que sus creadores consigan controlarla?
Recordemos los casos de Alejandro Carrión Aguirre, Diego Oquendo, Félix Narváez y el atentado terrorista contra Radio Canela, entre otros, para convencernos que algunas de las bases políticas operan por su cuenta. Creado el clima, lo demás viene solo.