Redacción Santo Domingo
El romance de las ballenas jorobadas llega a su clímax cuando saltan al aire en repetidas ocasiones y caen en la superficie. Así se forman gigantescas piletas de agua clara que se contraponen con el color azul marino del mar. Las cámaras fotográficas y filmadoras no dejan de disparar y entre los viajeros hay gritos histéricos de emoción.
Esta fugaz historia de pasión y amor se da a 40 minutos mar adentro de la playa de Pedernales, en el norte de Manabí. Esta localidad es nueva en el avistamiento de ballenas y aspira que esta actividad se convierta en una fuente de importante de ingresos económicos. Sus habitantes iniciaron su capacitación para atender al turismo.
Hasta ahora Reinaldo Zambrano y otros cinco pescadores, dueños de botes están autorizados y capacitados para el avistamiento desde Pedernales. Pero en estas playas laboran 300 pescadores que ven en el ecoturismo una forma de ingreso adicional.
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