Paulina Aguirre puso el sello tricolor a los Latin Grammy

Paulina Aguirre tiene sangre lojana. Quizá de allí nació su veta musical,  que este año le ha dejado un saldo positivo a su carrera. Sin embargo,  ella cree que el hito que marca un antes y un después en su vida es el acercamiento que tuvo hacia Dios. Siempre cantó en el colegio La Presentación, donde estudió en su adolescencia, y después, por casualidad, llegó al estudio de Claudio Jácome.

Allí la eligieron para ser parte del grupo Contrapunto, recordado por sus adaptaciones de canciones dedicadas a Quito; luego por versiones de temas de la música popular latinoamericana. Paulina cantó en bandas de ‘covers’ en bares y restaurantes y fue allí donde la conoció Pablo Aguirre, ahora su esposo.

Con su motivación y la de músicos como Ivis Flies o Sergio Sacoto, la carrera de Paulina creció. Arriesgándolo todo, la compositora viajó a Estados Unidos para estudiar lo que más amaba: la música. Con su esposo trabajan  en su sello discográfico, Mucho Fruto, con el que llegó a su primera nominación al Latin Grammy por su disco ‘Mujer de fe’. Este año, tras su segunda nominación, Paulina logró el ansiado premio. Aunque afirma que nunca oró para ganar, dedica este gramófono a Dios y al país que la vio nacer.

Entrevits a Norman Wray. Concejal de Quito por Alinza País

‘Los ciudadanos valoran la libertad de expresión’

Redacción Quito

¿Qué tan saludable es la participación ciudadana dentro del proyecto de Ley de Comunicación?

Me parece que hay  dos lugares donde está concentrada la participación. El primero es en la conformación del Consejo de Comunicación social y en las veedurías. Por un lado, las veedurías son espacios mucho más abiertos de participación que tiene que ver con seguimiento al ejercicio de la comunicación. Las veedurías son espacios de seguimiento voluntario; no tienen que ser reconocidas para que existan y tiene que establecer un espacio de control social sobre el contenido de los medios, sobre un espacio de comunicación alternativa y de llamar la atención sobre algunos hechos que los medios podrían hacer y que la ciudadanía tiene que saber.  

Dentro de este debate, Betty Carrillo dijo que la Unesco felicitó por este proceso de la participación ciudadana dentro de la Ley. ¿Qué tan importante puede ser el criterio ciudadano dentro de los temas de fondo en la construcción de la ley?

Creo que es importante  que exista un espacio con mecanismos donde se defienda al lector o al consumidor de medios. Y que pueda haber organizaciones ciudadanas que hagan un seguimiento a los medios. El derecho a la comunicación no solo se inscribe al tema mediático. Es importante dar un seguimiento porque los grandes medios de comunicación son empresas. Incluso los colectivos pequeños comunitarios también reflejan sus intereses y eso es normal.

¿Por qué está aquí?
Su experiencia. El edil también es catedrático universitario de  Derecho Constitucional, Estado y Derecho, con un diplomado en gobernabilidad y democracia ambiental. También trabajó como  periodista y activista en defensa de derechos económicos, sociales y culturales.

¿Y qué pasa con los medios públicos?

Obviamente tiene que haber un seguimiento a su contenido. Tiene que haber una veeduría y un observatorio. Los titulares y sus posiciones editoriales deben tener críticas, no porque sean públicos dejan de tener una línea editorial. El medio público debe tener una posición. Que no sea necesariamente la posición del Gobierno; es otra cosa.

¿Cree que deben ser las audiencias las que regulen y controlen a los medios?

Creo que debe haber un consejo de comunicación pero que establezca ciertos parámetros en la oferta de los contenidos tanto de fondo como de entretenimiento. Establecer estándares enmarcados en el amplio espectro de los derechos humanos y en los límites de los propios derechos que no generen violencia o actitudes xenófobas y precautelar las audiencias de los más pequeños.

¿Esos deberían ser los ejes de trabajo del Consejo?

Sí, pero creo que también la ciudadanía tiene la posibilidad de escoger qué medios consume y eso es un espacio de libertad que es fundamental. Pero uno debe precautelar que, por ejemplo, hay unos horarios de programación en donde se debería establecer cuál es el bien público que yo quiero proteger. 

¿Cómo le afecta al ciudadano esta campaña mediática de la Ley?

Estaba revisando algunas de las encuestas de opinión y el tema de comunicación es uno de los más relevantes. Sobre todo para algunos sectores que son consumidores de estos medios. Ellos están en el debate, pero no refleja la prioridad dentro de los temas. La prioridad tiene que ver con el trabajo y la seguridad. Sin embargo, también el ciudadano valora la libertad de expresión como un ejercicio propio del ser humano. No necesariamente como el ejercicio esgrimido a través de los medios de comunicación. 

¿Los ciudadanos no están en este debate?

Creo que lo están siguiendo como un hecho importante, interesante, pero su preocupación está en otros campos de la vida. Este es un problema que, desde mi perspectiva, se ha concentrado en  querer hacernos creer que la libertad de expresión se la ejerce desde los medios. Y eso no es así, ese es uno de los espacios pero la libertad se la ejerce en las calles, en las discusiones de las universidades, colegios, en debates públicos de las plazas.

¿Cómo incorporarle al ciudadano en este debate?

Primero pidiendo su voz y se ha hecho ese intento en algunos medios. Llevando  la discusión de estos temas a debates públicos en las universidades, colegios, es ahí donde la gente genera opinión pública. La opinión de los individuos y los colectivos se genera en los debates en su casa, en la calle, con el vecino, en el mercado ó en los foros públicos.

Los medios publicaron historias positivas. ¿Esas historias pueden ser semillas para que otras personas las emulen?

Creo que 100%. Por ejemplo, en la lucha por los derechos humanos estamos recogiendo  historias de todas partes del mundo, desde los ciudadanos comunes hasta los grandes hechos históricos. Es válido y creo que los medios deban empezar a dar más espacios donde contemos esas historias que no parecen tan importantes pero que son fundamentales para la vida.

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