La procesión el Señor del Terremoto recorre las calles y avenidas de Patate. Fotos: Cortesía Señor del Terremoto, Modesto Moreta y Andrés heredia
Hoteleros, autoridades, comerciantes y pobladores esperan que la certificación de Patate como el primer Pueblo Mágico del país, lo convierta en un destino imprescindible para los turistas.
Por ello, se arman planes conjuntos de promoción e iniciativas particulares que potencien sus atractivos.
El ‘Valle de la Eterna Primavera’ mantiene casi intacta su riqueza cultural, gastronomía, arquitectura y tradiciones.
Desde que recibieron la certificación oficial, la Cámara de Turismo de Patate emprende una campaña de promoción a través de redes sociales. En sus planes también consta la participación en ferias turísticas en Quito, Guayaquil y Cuenca.
La idea, explican sus dirigentes, es traer más visitas locales a disfrutar de sus paisajes, cultura y gastronomía. Para ello, la Cámara organiza un ‘city tour’ con agencias y operadoras de viaje para que incluyan a la ciudad en sus paquetes.
Luisa Cárdenas elabora las arepas de zapallo y la chicha desde hace 60 años.
Para llegar a esta urbe, ubicada en Tungurahua, hay que recorrer 20 km de la vía Ambato – Pelileo y tomar el desvío hacia Pelileo Viejo. Este trayecto dura aproximadamente 30 minutos desde Ambato.
La primera parada es Macaló, un mirador enclavado en plena montaña. Desde allí se observa la ciudad, de la que resalta la cúpula rosada de la Basílica que acoge a la imagen del patrono de Patate: el Señor del Terremoto. Cada febrero se vive toda una fiesta en su honor.
Al menos 60 000 personas asisten cada año a esta celebración que incluye desfiles, procesiones, ferias, música y pirotecnia. Por su afluencia y particularidad, fue uno de los principales atractivos que se tomaron en cuenta para la denominación de Pueblo Mágico.
Manuel Alulema, presidente de la Cámara, dice que desde que recibieron este reconocimiento hay un trabajo conjunto con el Ministerio de Turismo para la promoción del destino, sus costumbres e historia.
Las caminatas por las parroquias Sucre y El Triunfo son otro de los atractivos.
El 4 de febrero de 1797 un terremoto azotó Patate. Ese día un pastor escuchó el sonido de una campana desde el suelo al incrustar una estaca de madera. Junto a otras personas encontraron un cajón con la imagen de Cristo y una campana a sus pies. Desde esa ocasión los sobrevivientes juraron dar una fiesta anual a la imagen del Señor del Terremoto.
Ese relato lo cuenta el historiador patateño Roque Soria, quien explica que en este territorio se asentaron las culturas Panzaleo y Cosanga. Después y con la llegada de los Jesuitas, en la Colonia, introdujeron caña de azúcar, algodón y frutas como la uva. El crecimiento de este último cultivo impulsó la producción de vinos y licores. De allí, el gusto de muchos de sus habitantes por la elaboración artesanal del vino.
En la fábrica Sabalone, por ejemplo, sus propietarios aplican los conocimientos ancestrales para su preparación. Allí, el olor a uva es intenso. En grandes tanques guardan el vino tinto y de consagración. Grace Soria, propietaria, dice que tienen una receta secreta.
Alrededor del parque central de Patate hay casas de madera, bahareque y tejas que se mezclan con las modernas construcciones de hormigón. Allí se esparcen seis locales donde se preparan las tradicionales arepas y chicha de uva. Los panecillos se cocinan en leña y tienen zapallo, panela, harina de maíz y queso.
Una de esas tiendas es la de ‘Mama Lucha’, que funciona en una casa antigua donde amasan y venden arepas a diario.
Luisa Cárdenas prepara la masa. Las pequeñas porciones las coloca en hojas de achira para asarlas. Ella espera que con la declaratoria de Pueblo Mágico más personas vayan a conocer Patate y saborear sus delicados bocadillos.
Los propietarios de hoteles y otros comercios comparten esa expectativa. Andrés Heredia, gerente de Hostería Manteles, anhela que el sector privado y las autoridades locales y del Gobierno Nacional impulsen más proyectos que involucren a la ciudad.
Los ejecutivos del complejo Viña del Río ya emprenden iniciativas novedosas para atraer a viajeros. Por ejemplo, evitan el uso de plásticos y cultivan sus propios productos para su restaurante. Así lo explica Javier Chonata, propietario.
Otro lugar imprescindible de visitar es el museo arqueológico y religioso de la Basílica. Allí hay 200 objetos de cerámica y oro y una sección destinada a lo religioso y la vestimenta del Señor del Terremoto.
Patate es ideal para la práctica de actividades de aventura. Tiene 30 cascadas en medio del Parque Llanganates. Posee senderos, miradores y espacios para el aviturismo.