Redacción Jóvenes
Sube a la cinta, concéntrate en un punto fijo y camina, pero hagas lo que hagas nunca mires abajo… Si piensas que te vas a caer, ya estás en el piso… Deja que tu mente domine la cuerda floja y tú avanza al otro lado.
En el ‘slackline’ el vértigo se convierte en equilibrio y el reto solo depende de ti. Lo sabe José ‘El Gringo’ Cobo, quien camina a 10 metros de altura como si estuviera en tierra firme. Claro, después de dar 22 pasos con su pana Daniel Carrión en el monolito de El Cajas, a cualquiera le dan ganas de llegar más alto.
José empezó en esto hace seis años, cuando colocó una cinta en su garaje, a un metro de altura. “La primera vez te sientes nervioso, tenso, torpe en los movimientos, pero el truco es practicar y cogerle el gusto”.
Tanto le gustó que cada año, desde hace cuatro, intentó hacer ‘slackline’ en El Cajas con Daniel, pero el clima o el vértigo lo impedían. Hasta que al fin lo lograron y ahora su travesía se puede ver en ‘22 Pasos’, un documental que filmaron sus ‘compas’ de Afuera Producciones.
“Arriba piensas en no golpearte, respiras, te tranquilizas y luego solo caminas. No importa la altura, ni el largo de la cinta, sino el vencerte a ti mismo, pero siempre debes estar asegurado”, dice ‘El Gringo’.
El ‘slackline’ es una actividad nueva en el país, conocida sobre todo por los escaladores. En las tiendas de deportes extremos ya se puede encontrar lo necesario para practicarlo: una cinta de las que usan los escaladores, mosquetones y un tecle. Si vas a subir más alto, es mejor que lo hagas con los expertos, porque necesitarás un arnés y muchas cuerdas para subir.
‘El Gringo’ tiene todo esto y lo practica con sus amigos en el bosque del Parque Metropolitano. Para empezar en esto, aconseja su primo Gonzalo León, debes controlar el equilibrio. “Párate en un solo pie y dobla la rodilla, tus pies deben estar paralelos a la cinta, camina de espaldas… es más fácil”.
Hay otros chicos que van por el mismo camino, como Esteban Égüez y sus amigos que practican la escalada deportiva. El miércoles pasado se reunieron todos para caminar a 10 metros de altura en el Parque Metropolitano.
‘El Gringo’ les hizo subir a su cinta y ellos aprovecharon el chance. “No es igual cruzar abajo que caminar superalto, no sientes la misma adrenalina ni el mismo miedo”, comenta Esteban, de 18 años.
El miércoles dio algunos pasos sobre una cinta floja, sin caer ni una vez, caminó lento, miró al frente sin pronunciar palabra, pero al final llegó a la meta, donde le esperaba ‘El Gringo’. “Es una emoción muy chévere, caminar arriba es lo máximo que aspira alguien que practica ‘slackline” .
La mayoría coincide en que es mejor no pensar en nada mientras avanzas por la cinta. “Tener la mente en blanco”, como hace Christian Medina (21). Él también es escalador y dice que una de sus metas es cruzar una cinta entre dos edificios. “Para poder ser bueno en esto tienes que practicar mucho, subir y bajar”.
Mientras Christian avanzaba por la cinta de 10 metros de largo tuvo algunas caídas, pero estaba asegurado con una cuerda y un arnés. Después de algunos intentos y diciéndose frases como “dale, tú puedes”, cruzó al igual que su pana.
En el ‘slackline’ no existen mejores ni peores, se trata más bien de un reto personal que incorpora cuerpo y mente. Cristofer Freile (16) es otro escalador que está aprendiendo a caminar en la cinta floja. “Es la satisfacción de sentir que lograste algo que no sabías que podías. Cada día mejoras y es eso me gusta”.
Estos chicos también hacen trucos con la cinta a solo un metro de altura: cambian de sentido con un salto, se sientan y hacen bromas con sus panas. Arriba, las cosas cambian: todas las energías se concentran en un solo punto: el otro lado de la cinta…