El año 2022 cerrará con una nueva cifra histórica de migrantes irregulares. Alrededor de 200 000 personas, cruzan desde el sur la peligrosa jungla del Darién, la entrada a Centroamérica, en otra ola migratoria hacia EE.UU.
El jefe de Misión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá, Santiago Paz, dijo a Efe que las previsiones del ente indican que este 2022 “fácilmente” pueden ser “200 000” los viajeros indocumentados que lleguen al país tras cruzar la selva fronteriza con Colombia. Dejando atrás los históricos 133 726 en 2021, que ya se superaron el 23 de septiembre.
“La migración no se va a poder parar. Lo que es importante es que se pueda gestionar” y una “muy buena forma” de hacerlo es concretando “iniciativas binacionales, trinacionales o regionales”. Para el intercambio de datos que permitan “hacer proyecciones y análisis de cómo se puede cooperar”, agregó el funcionario.
Panamá recibe a los viajeros irregulares en estaciones de recepción migratorias (ERM). Están situadas en la frontera con Colombia y con Costa Rica. Donde toman sus datos biométricos, reciben alimentación y atención médica, en un operativo único en el continente.
Cambios en los patrones
“El mismo número de migrantes que cruzó la selva durante toda la década anterior lo hizo en 2021”, recordó Paz, quien recalcó que ya las cifras de los primeros meses de 2022 mostraban “que el fenómeno iba a incrementarse de manera significativa”.
Mientras en 2021 la gran mayoría de migrantes irregulares eran haitianos, este 2022 son los venezolanos los que más cruzan -unos 80 000 hasta la semana pasada. Según el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront)-todos con destino a Norteamérica, en especial a Estados Unidos.
Hay familias enteras, con niños e incluso bebés, en movilización. Se trata de venezolanos y haitianos (muchos proceden de segundos o terceros países en los que ya habían intentado establecerse), además de ecuatorianos, cubanos y personas de otras naciones sudamericanas, africanas y asiáticas.
Trampa mortal
El Tapón del Darién, un trayecto de 266 km de selva espesa e inhóspita, ha sido durante décadas una ruta de migración irregular. Pese a los peligros que entraña tanto por su entorno salvaje como por la presencia de grupos armados.
Los migrantes atestiguan que algunos mueren ahogados en los ríos, por accidentes o por enfermar durante el trayecto, en el que también son objeto de violencia sexual y robos. A veces con víctimas mortales, como el niño venezolano de 6 años baleado por bandoleros, durante un asalto.
De acuerdo con datos aportados a Efe por el Senafront, en lo que va del 2022 han muerto al menos 26 migrantes en el Darién. La mayoría de ellos ahogados, al intentar cruzar los ríos de la zona.