Vecinos del Centro Histórico de Quito efectuaron un plantón para exigir más seguridad. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
En Quito los delincuentes se aprovechan del uso de las mascarillas para evitar ser reconocidos por las víctimas de atracos durante la emergencia sanitaria por el covid-19.
“No se les ven los rostros y para la Policía es más complicado investigar e identificarlos”, dice Alejandro Jaramillo, director metropolitano de Seguridad Ciudadana. Con ese criterio coincide Manuel Moya, presidente de la Confederación de Barrios: “Utilizan el protector cuando atracan y eso ha contribuido a que varios sectores de la capital se vuelvan muy peligrosos”.
Las cinco parroquias más afectadas por los distintos tipos de robos, entre enero y junio del 2019 y 2020, son Calderón e Iñaquito, en el norte; Quitumbe, en el sur; Mariscal Sucre y Centro Histórico.
El ECU-911 registra que en este primer semestre del año el delito de robo disminuyó, al pasar de 11 286 a 8 735. Esto representa un decremento global de 22,6%. Un ejemplo: en el sector Mariscal Sucre, en el primer semestre del 2019 se registraron 493 robos y en el mismo período del 2020, cayó a 283 (-42,6%). Esta caída de robos, según el ECU, se extendió a 56 parroquias.
El general Fausto Salinas, comandante del Distrito Metropolitano, dice que los delitos se redujeron desde que comenzó la pandemia. “Bajaron al mínimo y así se mantuvo por cinco semanas, aproximadamente”.
“Cuando se cambió al semáforo amarillo, el 3 de junio, la gente comenzó a salir, a hacer más transacciones mercantiles y a abrir sus negocios. Ahí fue la primera sorpresa, porque mucha gente que no abrió su establecimiento comercial por algún tiempo se topó con la sorpresa de que le habían robado”.
Las cifras muestran que en Tumbaco, Puembo, Checa, Guangopolo, Pomasqui y La Libertad aumentaron los robos. Aunque en casos como el de Guangopolo, casi no había robos en el tiempo analizado: tres robos el 2019 y este año sube a ocho. Una tendencia similar se observa en Checa.
Salinas asegura que tienen menos llamadas por problemas de seguridad ciudadana, pero requieren de más personal, porque de forma simultánea atienden las emergencias relacionadas a la pandemia.
El 19 de este mes, la Policía realizó controles en las calles Rocafuerte y Venezuela. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Actualmente la capital cuenta con 6 000 uniformados, pero 1 200 se encuentran fuera de servicio porque se contagiaron de coronavirus o están en aislamiento preventivo.
El tipo de robo más frecuente es a personas, generalmente en la vía pública. Este delito ha bajado en este semestre de 4 814 a 3 412 (-29%), pero sigue teniendo cifras altas, por lo que resulta difícil para la ciudadanía percibir este descenso.
En San Blas, en el Centro Histórico, los dirigentes y moradores aseguran que los delincuentes aprovechan la pandemia para operar. Dicen que en la zona hay siete predios abandonados que los maleantes utilizan como escondite.
También hay problemas a lo largo de la calle Rocafuerte, que conecta la plaza de Santo Domingo con el barrio San Roque. Allí, el 14 de agosto, el propietario de una joyería fue asesinado durante un intento de asalto. Según testigos, el hecho ocurrió al mediodía, cuando un hombre vestido con traje elegante ingresó al local fingiendo ser cliente y atacó a la víctima con un arma de fuego.
Luego de ese incidente, la Policía montó un operativo para dar con el paradero del sospechoso. “Se realizaron dos allanamientos para localizar al agresor”, dijo el teniente coronel Krosby Riera, comandante del Distrito Manuela Sáenz.
Ese caso indignó a los vecinos y comerciantes del Centro. El 18 de agosto realizaron un plantón junto al edificio del Municipio para protestar y exigir más seguridad.
Según las investigaciones de la Policía, la mayor cantidad de robos se comete con arma blanca y son más agresivos. Para Salinas, un ejemplo es la muerte de un hombre que recibió un disparo en medio de un asalto, el 8 de julio, en Iñaquito, zona financiera y comercial. Testigos dijeron que la víctima era una persona que al parecer defendió a otra que salió de una entidad financiera.
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