Redacción Tulcán
A cada trazo de una letra, de una figura, un nuevo color… el entusiasmo de los chicos crecía. Los bocetos hechos en hojas de cuaderno tomaban forma en una pared blanca de Tulcán.
¿El significado? “Depende de cómo lo interpreten”, dijo Gabriela, de 21 años. Ella pintó su huella al igual que Splash, Arpia, Zid, Taz… en dos parqueaderos del centro de Tulcán.
Todos participaron en El Pupo Graff, un encuentro de artistas urbanos, que Karina Guaña organizó por primera vez en la ciudad. La estudiante universitaria consiguió la donación de 300 latas de pintura en aerosol y 30 pares de zapatillas.
Quince jóvenes de Quito, Guayaquil y Tulcán tomaron un bus el fin de semana pasado y llegaron a Tulcán. Después de dos días, las ideas, el sarcasmo y el humor de los grafiteros quedó en la pared.
Unos escuchaban hip hop en su mp3 para hacer amena la jornada. Gabriela dibujó un boxeador con cabeza de marciano golpeando una fresa. “Es el complejo de inferioridad de la mujer ante el hombre, la violencia”.
Erick resaltó su apodo (Arpía) con pintura negra, verde y blanca. Él exhibió camisetas y logos que diseña junto a su colectivo de grafiteros. “Cada que viajamos intentamos mostrar nuestras creaciones”.
Ellos no quieren que la gente los confunda con pandilleros. “Lo que hacemos es arte urbano”, explicó Splash, de la Faculta de Artes de la Universidad Central. “Hay gente que vive de esto y viaja a mostrar su creatividad”.
Además, los jóvenes imprimieron su huella en las zapatillas. No faltó más de un adolescente que pidió a sus padres que le compren una de esas zapatillas pintadas. Los grafiteros, sonrientes, antes de retornar a casa se tomaron fotografías con sus grafitis terminados.