Redacción Siete Días
En ningún momento, desde que esta conversación se inicia, los dedos de Enrique Ayala Mora se dejan de mover. Sostiene entre las manos un pedazo de papel bond de 80 gramos y de color crema. Lo dobla en todos los ángulos posibles, creando una serie de diminutas –pero bien definidas- formas geométricas.
Soy ibarreño y digo soy porque sigo vinculado a mi tierra. Vivo en Quito, a mucho gusto. Me casé con una ibarreña, con la cual vivo hasta la presente fecha y espero en el futuro también. Soy historiador de profesión, maestro por vocación y socialista por militancia.
No puedo vivir sin la televisión (soy un fanático) ni el tostado de tiesto, ese que preparan sin grasa en mi casa todo el tiempo y que como trayéndome en el bolsillo.
No le gusta doblar papel periódico, porque se le quiebran las puntas. El bond de 60 gramos no es lo suficientemente tieso y al de más de 100 ni lo usa: no se dobla tan bien. Cuando esta conversación termine, ese papel aún no será una figura con dimensiones, como las que están sobre su escritorio, pero estará en camino… “Ya hago solamente figuras abstractas.
Los pintores mayores ya no hacen cosas concretas”, dice con humor. “Es la primera vez que me toman en serio lo del tema del papel. Cuando yo fui diputado hace mucho, pero muchos años…”
…Le publicaron una foto en un diario doblando papelitos en su curul del Congreso.
Sí, así fue. Y, claro, algunos de mis adversarios me criticaron, dijeron que si acaso me pagaban por hacer eso. Para mí este es un motivo de concentración.
¿Por qué?
Porque la actividad mecánica concentra a la actividad motriz. Y eso le deja, me imagino, un espacio libre en el cerebro para abrirse a lo que está oyendo.
¿Alguien se ha puesto agresivo con usted por doblar papeles en las conversaciones?
Alguna vez el presidente de una editora española se puso furioso porque estábamos charlando seis personas y yo estaba doblando papelitos. Él dijo que se iba si yo no le atendía. Entonces dije, ¿quiere usted que le repita exactamente lo que estaba diciendo?
¿Y qué le respondió?
No esperé que me conteste: le repetí todo. Es la única vez que he tenido un mal rato.
Dice que lo que hace no es origami sino “doblar papelitos”. Pero tiene 10 libros de origami y en su escritorio está guardada una caja con papeles y guías para ese arte. “Dicen que Menéndez y Pelayo hacía lo mismo: figuritas de papel y que lograba desconcentrar a las personas con las que hablaba, mientras él se concentraba”
Es una maldad…
Es una maniobra política.
¿Cuándo comenzó?
Desde muy niño. Recuerdo que había estado en cama y mi mamá le dijo a mi tía: “Vea Zoilita, el guagua acaba de hacer un gatito”.
¿Comenzó con un gatito? La mayoría lo hace con barcos, aviones…
Hacía figuras de animales. Y luego trenes… Hasta gané concursos en Ibarra, a los 13 años.
Al crecer, la mayoría deja de hacer figuritas de papel. ¿Cómo no perdió la afición?
Algún día estaba yo dirigiendo una sesión de la Feuce. Vera Kohn era profesora y se había asomado a la puerta. Me aconsejó que ocupe las manos para que no me coma las uñas. Así que me puse a hacer avioncitos. Ha sido efectivo, ya que las uñas ya me como menos.
¿Dónde compró su primer libro de origami?
En Londres, Inglaterra.
¿Qué edad tenía?
Tendría unos 28 años. Hasta hoy lo tengo: es para hacer plantas, desde el macetero…
Ayala Mora dobla papeles con obsesión. Y traslada su fijación a otros. “Cuando me doblan un papel, tienen que estar bien dobladas las puntas”.
¿Y el papel de historiador?
Los historiadores tenemos que conocer la calidad de papel en que están escritos los documentos. Alguna vez me trajeron un diario que supuestamente era de un personaje importante del país. Me di cuenta de dos cosas: las tintas y el sello de agua del papel, que era posterior a 1900, y se suponía que esto había sido escrito en 1822. Por eso le pude decir a la persona, en cinco minutos, este documento no es auténtico.
¿Se quedó contenta?
¡Se enojó! Dijo que yo no había hecho un estudio exhaustivo.
¿Dónde más se metió el papel en su vida?
Fui director de la Corporación Editora Nacional hace algunos años. Sé cómo se debe cortar para ahorrar papel. Los imprenteros no me pueden engañar.
¿Alguna regla para doblar?
Nunca corto un papel que está escrito, porque puedo dañar alguna anotación importante.
¿Dobla siempre acompañado o en soledad?
En los viajes largos en avión, cuando se me agota la batería de la laptop o me pongo a ver una película, también doblo.
¿Lleva papel a los viajes?
No. Ahí las víctimas son las bolsitas para el mareo.