El papa Francisco inició su viaje a Ecuador. Foto:AFP.
Será el segundo viaje de Francisco a América del Sur, el más largo de su pontificado; el primero en el cual viaja a tres países –de gran mayoría católica–, en los cuales podrá hablar español, su idioma, aunque también utilizará lenguas indígenas.
Vista su popularidad y consolidado su liderazgo moral mundial, será “un regreso con gloria”, que utilizará no sólo para dar un mensaje de aliento a un continente que Juan Pablo II denominó “de la esperanza”, sino para volver a denunciar las injusticias sociales, la pobreza y la inequidad aún existentes, la corrupción, el narcotráfico y la necesidad de consensos para superar conflictos a través del diálogo y el pluralismo.
Cuando viajó a Brasil, en julio de 2013 para la Jornada Mundial de la Juventud, Francisco había “heredado” ese viaje de Benedicto XVI. Por eso el que emprende hoy a Ecuador, Bolivia y Paraguay es el primer gran viaje de Francisco, el primer papa latinoamericano, a la región.
Y no es casual que él personalmente haya elegido para este estreno a estos tres pequeños y pobres países de América latina. Países que fueron terreno de conquista, así como de misión de sacerdotes católicos –muchos, jesuitas como el Papa–, que padecieron gobiernos autoritarios o militares, pero que ahora gozan de jóvenes democracias y que en los últimos años tuvieron un crecimiento económico que permitió reducir sus terribles índices de miseria, aunque aún falta recorrer mucho camino.
“Así como para Europa el Santo Padre no quiso comenzar por España, Francia o Alemania, sino por Albania y Bosnia, esta vez no visita a los «grandes» de América latina en primer lugar, sino a tres países que yo llamaría de «periferia emergente», que están en condiciones muy distintas de las que tenían hace 30 años, cuando fueron visitadas por Juan Pablo II”, apuntó el profesor Guzmán Carriquiry, secretario de la Pontificia Comisión para América latina, que será parte de la comitiva papal.
“Incluso en 2015, en condiciones internacionales desfavorables, están creciendo alrededor del 5% anual, lo cual indica que han salido de cierto inmovilismo, un dato significativo si pensamos en las masas indígenas y campesinas, presentes en esos países, más allá de que subsistan serios problemas de pobreza, desigualdad y recaídas autoritarias”, agregó este laico uruguayo, en una entrevista con Radio Vaticana.
En este viaje, el noveno de su pontificado, Francisco encontrará una Iglesia Católica distinta a la de hace 30 años. Ya no más sumergida en la tensión y polarización provocadas por el debate en torno a la Teología de la Liberación, “sino más serena, que vive la misión impulsada por la reunión de Aparecida [2007], interpelada por lo que el Papa propone en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium”, apuntó Carriquiry.
Un dato no menor es que la visita ocurre en medio del reacercamiento entre Estados Unidos y Cuba , dos países que el Papa visitará a mediados de septiembre próximo. “El deshielo ha marcado el fin de la Guerra Fría en el continente americano y la desaparición de una barrera ideológica que no sólo bloqueaba la interacción entre los dos países directamente involucrados, sino que también frenaba el diálogo entre el norte y el sur de América, y ofrecía justificaciones obsoletas a la polarización en bloques contrapuestos”, subrayó monseñor Paul Gallagher, el “canciller” de la Santa Sede, en una entrevista con Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal italiana.
El viaje será el primero de Francisco después de la publicación de la encíclica Laudato si’, en la que no sólo advirtió sobre el clamor de la Tierra, explotada irresponsablemente por el hombre y los grandes poderes económicos, sino sobre el clamor de los pobres. Por lo que se descuenta que al margen de volver a manifestar su cercanía a los que más sufren, también abogará en defensa de lo que llamó nuestra “casa común” y de las comunidades aborígenes que allí viven, desde siempre respetuosas de la Pacha Mama (Madre Tierra, en quechua).
La biodiversidad de Ecuador, país rico en petróleo, así como de Bolivia, territorio sin salida al mar, se encuentran bajo amenaza; Paraguay es considerado el país de América latina con más deforestación y el segundo en el mundo.
El 12 de diciembre pasado, en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, Francisco dijo que de América latina “se esperan nuevos modelos de desarrollo que conjuguen tradición cristiana y progreso civil, justicia y equidad con reconciliación, desarrollo científico y tecnológico con sabiduría humana, sufrimiento fecundo con alegría esperanzadora”.
Su viaje girará en torno a este deseo, adelantó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, que comparó a América latina con “un laboratorio donde se están experimentando nuevos modelos de participación y formas más representativas”, para darles “voz a franjas de la población que hasta ahora no habían sido escuchadas”.