Aida Maita y Raquel Lema bordan los detalles de la estola que vestirá el papa Francisco en la misa de Quito. Foto: Xavier Caivinagua /EL COMERCIO
Las artesanas del Centro de Bordados de Cuenca lentamente dan puntadas en una tela de algodón, que en menos de 15 días tomó la forma de una estola. Será la banda que llevará en su cuello el papa Francisco en su visita a Quito, el 7 de julio.
Trabajan en silencio y casi en secreto, con el único deseo de que su creación le agrade a la cabeza de la Iglesia Católica. Con las medidas de Jorge Bergoglio (su nombre de pila), que llegaron desde el Vaticano, el trabajo empezó hace tres semanas en el taller, ubicado en el Parque Industrial. El arzobispo de Cuenca, Luis Gerardo Cabrera, indicó las directrices.
Siete artesanas se dedicaron por completo al bordado de los apliques para la estola, la casulla (el manto que se usa en la Eucaristía) y la mitra. De forma espontánea llegaban otras mujeres del sector rural, quienes también querían bordar y dejar su huella en el ornamento.
La mitra y la casulla llegaron desde Gualaceo. Allí, Carmen Orellana unió en un telar los hilos de algodón durante las últimas tres semanas. Se dedicó a la tarea desde que Cabrera le dio la noticia de que sus prendas vestirían al Papa, en Quito.
El taller está ubicado en su casa, en el sector Bullcay, en la entrada de Gualaceo. Allí, sentada en el piso de madera, Orellana tejió una a una las piezas.
Primero separó los hilos en su telar de madera y así consiguió un tejido fino, como el de sus macanas. Esa técnica le hizo merecedora del reconocimiento a la excelencia artesanal de la Unesco, en el 2014.
El Centro de Bordados de Cuenca también recibió esa distinción. De hecho, eso fue lo que tomó en cuenta la Conferencia Episcopal Ecuatoriana para encargarles este trabajo, que las artesanas consideran muy valioso y especial.
Foto: Xavier Caivinagua /EL COMERCIO
Desde Roma les llegaron los diseños que debían ir en la casulla y la mitra, con motivos religiosos. Pero la estola tendrá un bordado de su inspiración.
En el pecho de la casulla está el Corazón de Jesús y en la espalda la hostia atravesada por una cruz, un racimo de uvas y un ramo de espigas.
La estola es la prenda que más trabajo demandó de las artesanas de la asociación. Con hilos de variados colores y una combinación de técnicas de bordado como satinado, contorno y semilla, las productoras plasmaron la esencia del Ecuador. En la primera, del lado derecho, destacan las cúpulas de la iglesia de la Compañía de Jesús, de Quito, acompañada de flores, aves y pequeñas escenas que simbolizan la identidad nacional.
La parte más laboriosa fue el Canto a las Criaturas de San Francisco de Asís. Esa letra fue bordada con paciencia y precisión, cuenta la artesana Raquel Lema, mientras hace los últimos ajustes a la pieza. En ella también aparece la insignia de la congregación de los Jesuitas, a la que pertenece el Papa.
La segunda parte, que va en el lado izquierdo, se relaciona con cuatro de las regiones del país, a través de escenas y objetos representativos. Allí se bordó un sombrero de paja toquilla de Montecristi, una danza esmeraldeña, plantas de cacao y banano y más abajo la fauna de las islas Galápagos.
Foto: Xavier Caivinagua /EL COMERCIO
La dificultad de plasmar las figuras no detuvo a las hábiles artesanas. Ellas lograron retratar a uno de los personajes de la Sierra, Baltazar Uzhca, el último hielero del Chimborazo. Al lado está un paisaje de la Amazonía, en la que un grupo de waoranis representa la plurinacionalidad ecuatoriana.
Estas imágenes, que antes las bordaron en tarjetas, les permitieron ganar el reconocimiento de la Unesco. La parte izquierda de la estola aún está en manos de Aida Maita, quien plasma con delicadeza las cúpulas de la Catedral de Cuenca.
Cuando el Papa use la prenda, esta quedará junto a su corazón, según la artesana, quien deja de conversar para seguir su labor. Le queda poco tiempo porque esta semana debe entregar el trabajo en la Arquidiócesis de Cuenca.
Junto a las prendas oficiales, el Papa recibirá del Municipio de Cuenca otra mitra y un sombrero de paja toquilla. La primera pieza es una creación de María Esther Serrano, quien usó un croché y dos tallos de paja para dar forma a la mitra de 18 centímetros de diámetro por 10 centímetros de alto.
El sombrero, en cambio, es una obra de tres artesanos. María Cochancela, del cantón Sígsig, elaboró uno de tejido muy fino, que mide 16 centímetros de diámetro. Manuel Uzhca le dio los toques finales en su taller y Juan Pizarro diseñó la cinta amarilla con el escudo de Cuenca. Cada pieza tiene un valor único para sus creadoras, quienes prefieren no hablar del costo de su trabajo.