Continúan el cerco, el desprestigio, el arranche, el vacío o simplemente el funeral de los mecanismos desarrollados por el Alcalde de Guayaquil para hacer realidad la “autonomía al andar”. Correa no resiste que otro modelo tenga éxito. Ese dogmatismo llega a extremos criminales al disponer el fin del PAP en enero próximo. Acabarlo no convence ni existe ningún reemplazo. En estos dos años el Gobierno asegura que abrió 17 subcentros de salud en Guayaquil, pero eso no suple la cobertura que el Programa de Aseguramiento Popular da a casi
400 000 personas con atención preventiva, curativa y medicina en nivel primario o hasta ciertas cirugías.
A lo sumo, acogerán 35 000 beneficiarios. Quedarán fuera 360 000 personas pobres; ellas obtienen esos servicios apenas con un dólar mensual de aporte que les descuentan del Bono de Desarrollo. Son fondos del Estado, argumentan burócratas del Ministerio de Salud para no renovar la exitosa fórmula de cooperación gobierno seccional–central y centralizarlo todo.
¿Que el Cabildo solo aporta 30 centavos al mes por persona mientras el Gobierno nacional da USD7 290 000 al año? Da, no regala. Devuelve diría mejor, porque aquello llamado ‘fondos del Estado’ es plata nuestra por si acaso, no del círculo rosa. Esa conjunción de recursos y esfuerzos, mediante un sistema eficiente, proporciona consulta ambulatoria médica y odontológica; 82 tipos de medicamentos; exámenes de sangre, heces y orina; auxilio funerario; extracción de útero y vesícula; reparación de hernias; resección de cataratas y terigio.
Lo más útil: el PAP desarrolla diversos programas de prevención de salud. Sus estándares de calidad medidos con parámetros concretos, no con discursos inflamados, superan las metas en 15 de los 16 indicadores. Correa lo descontinúa por envidia, dogma y centralismo. Por celo electoral. Gran parte del éxito popular de Nebot se basó en esta clase de proyectos sociales. Los nuevos ricos de la ‘robolución’ ciudadana quieren la exclusividad y el acaparamiento de la solidaridad también, no solo de los contratos aunque ahora se muestren contritos.
No es caso aislado. Atentados iguales hicieron contra el Registro Civil; la Corporación para la Seguridad Ciudadana; las fundaciones; la cárcel de máxima seguridad; las pistolas Beretta para la Policía; la isla Puná… la trampa es instalada mediante ley. ¿Y Nebot? Dijo que si ganaba el no sobre la Constitución en Guayaquil desacataría aquello lesivo a su autonomía. Protesta pero acepta. Dice conocer el momento y reconocer oportunidades. No teme ni odia, sostiene, para descalificar a quienes lo urgen o se impacientan.
Guayaquil no puede depender solo de su Alcalde ni el país esperarlo toda la vida.
Es muy cómodo dejarle todo a él. Hagamos algo nosotros, los otros. Atreverse es peligroso, pero esperar resulta letal.