El académico Uriel Castillo durante su exposición en ‘Frontera norte, labor periodística y trabajo humanitario’. Foto: EL COMERCIO
En la frontera norte, entre Esmeraldas y Colombia, existe la constancia de un “subdesarrollo inducido” y el riesgo de que el objetivo sea “despoblar” esa zona de Ecuador.
Esa fue una conclusión del panel ‘Frontera norte, labor periodística y trabajo humanitario’ que se desarrolló este jueves 15 de noviembre del 2018. Este acto fue organizado, en Guayaquil, por el Comité para la Defensa de los Derechos Humanos en homenaje al equipo periodístico de EL COMERCIO, Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra secuestrados en Mataje, el 26 de marzo, y asesinados en Colombia.
Uriel Castillo, docente y activista por los derechos de la comunidad afroecuatoriana, empezó su intervención analizando el contexto socioeconómico de la jurisdicción en la que, dijo, el 60% de la población tiene las necesidades básicas insatisfechas. Pero, aclaró, las cifras se incrementan en Eloy Alfaro (96%), Muisne (92%) y San Lorenzo (90%). “Esmeraldas es la provincia más pobre del Ecuador”, aseguró.
También, explicó, hay problemas por la falta de obra pública, sin agua para el consumo humano, mal manejo de la basura, y hay más de 32 defogaderos de aguas servidas que van directo al río Esmeraldas. “No hay un plan o perspectiva de desarrollo”.
Esta situación, puntualizó, ha generado una precarización y debilitamiento de empleo. Castillo se preguntó si Esmeraldas pertenece al Estado ecuatoriano.
El cuestionamiento lo hizo en referencia a la falta de control del Estado para intervenir en los temas sociales y económicos y por la seguridad. “Hay una especie de Estado dentro del territorio nacional”.
En esa línea, explicó que desde el año 2000 los esmeraldeños “han padecido un verdadero terror” porque los grupos irregulares han controlado la zona norte. Citó, entre otros, a “alias Látigo, Range y Águilas negras”.
“Alias Látigo era tan terrorífico que usted para pasar de Río Verde- Lagarto a Las Peñas debía pasar una aduana, era un Estado dentro del Estado, era de pánico (…) ¿Por qué el Estado sabiendo de estos grupos no adoptó las acciones pertinentes para la seguridad a su sociedad?”.
En la jornada también participó Billy Navarrete, secretario del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos; Carlos García Neira, docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Guayaquil; y Leonardo Herrera, presidente de la Asociación de Estudiantes de dicho centro de estudios.
Navarrete comentó que los derechos humanos son un escenario de conflictos que –en ciertos momentos- llegan a ser violentos. En el caso ecuatoriano, puntualizó que un secuestro es un crimen de lesa humanidad.
Recordó que Ecuador vivió un momento de temor, inseguridad durante el secuestro del equipo periodístico. “También el sentimiento de impotencia. Nosotros como sociedad y especialmente el Gobierno, estábamos impotentes, y en el caso del Gobierno incapaces”.
Cuestionó que hoy cause indignación el conocer que agentes de las Fuerzas Armadas del Ecuador sostenían conversaciones con miembros de grupos irregulares “no con relación a la libertad del equipo, sino para vender armas”.