Personas con créditos educativos se vieron afectadas por la emergencia sanitaria y no pudieron realizar sus pagos. Foto: Publicdomainpictures.
Cuando Mateo Celi supo que las entidades financieras del país iban a prorrogar el cobro de cuotas de créditos por la emergencia sanitaria sintió dudas. “¿Se aplicará a mi crédito educativo?”, recuerda.
En marzo del 2020 decidió llamar al ente con el que obtuvo un crédito de USD 12 070 en el 2011 , para estudiar música en Francia.
Cuando se contactó con el banco, Celi asegura que la persona que lo atendió le explicó que el cobro de sus tres cuotas mensuales, de casi USD 190, se iba a postergar y que luego podría acordar una reestructuración de su crédito, para extender el plazo.
La sorpresa que se llevó Celi en junio pasado fue enterarse que el banco había sumado las tres cuotas en una sola y además, había cobrado intereses por no haber pagado. El monto acumulado que debía pagar era de USD 730.
“No me dieron la alternativa de mover las cuotas al final de la tabla o para pagar en partes las cuotas acumuladas“, cuenta.
Según Celi, cuando llamó al banco, en marzo, le dijeron que podía acceder al beneficio de prórroga, pero cuando fue a una agencia, en el norte de Quito, en junio pasado, le explicaron que no podía diferir ni reestructurar las cuotas no pagadas durante la emergencia, porque nunca envió una carta solicitando el beneficio.
“Me dijeron que eso debí haber hecho cuando dejé de pagar, pero a mí nadie me explicó antes eso, a pesar de que llamé y busqué información del banco varias veces durante semanas. Además, mi asesora de crédito estaba en Guayaquil y yo vivo en Quito”, cuenta Celi.
El músico tuvo que pagar las cuotas acumuladas para no perder más tiempo y evitar que su calificación de riesgo empeore.
“Mi mamá tuvo que ayudarme a pagar esa deuda porque yo no tenía el dinero”, se lamentó.
Algo similar le ocurrió a María, una abogada guayaquileña que tiene un crédito por USD 40 000. “Yo siempre he estado al día en mi crédito desde el 2016, pero con la pandemia se me complicó porque yo soy abogada en libre ejercicio”, cuenta.
Tras varios intentos para comunicarse con su asesora de crédito, recibió una respuesta.
Ella le informó que sus tres cuotas pasarían al final de la tabla, pero que tendría que pagar intereses por ese proceso de cambio de condiciones.
El monto adiconal de intereses sería de USD 650, que se dividirán para el número de cuotas de la nueva tabla de crédito.
“Al final, esos intereses son como USD 5 al mes, pero lo que no me parece bien es que no se informe a tiempo y bien sobre cómo funciona esto. Cuando el Gobierno anunció el beneficio se esperaba que el interés no aumente”, cuenta.
Lissy Egas señala que lo más complicado en los meses de emergencia fue obtener información clara sobre el tema, que resulta técnico y confuso para quienes no son expertos.
Según Egas, su hija Daniela obtuvo un préstamo de USD 47 000 para pagar sus estudios en ciencias de la educación.
Tras culminar la carrera, la joven pidió una reestructuración de su crédito con el banco, porque las cuotas resultaban muy altas. Pero para acceder a una rebaja en la tabla de pagos, le pidieron pagar USD 5 000 en enero del 2020, por concepto de intereses del crédito.
Daniela pagó ese monto y accedió a un cambio de condiciones. Pero en febrero, reconoce Egas, no pudo pagar la cuota y para marzo, por la emergencia sanitaria, la situación empeoró y tampoco se realizaron los pagos hasta junio.
Daniela estaba trabajando en dos restaurantes, pero por la emergencia su situación cambió y perdió sus empleos.
“De todas maneras, desde que comenzó la pandemia mi hija estaba en contacto con el banco para saber cómo debía proceder para la prórroga de las cuotas por esta situación”, cuenta su mamá.
Las cuotas acumuladas por los meses de no pago, más intereses, sumaban hasta julio casi USD 4 700, incluyendo intereses por no pagar la deuda a tiempo.
Otro problema con el crédito de Daniela es que el banco decidió devolver la operación al Instituto de Fomento al Talento Humano, es decir, que para buscar acuerdo de arreglos en el pago ya no tenía que hablar con el banco. “Además me dijeron que tenía que pagar los USD 4 700, sino no me daban la opción de reestructurar el crédito a más largo plazo”, cuenta.
La familia tuvo que hacer un préstamo en otra entidad para pagar los USD 4 700.
Lenín, quien prefirió omitir su apellido, también tuvo problemas con su crédito educativo, y lo que más le molesta es que su calificación de riesgo, así como la de sus dos codeudores, fue afectada durante la emergencia y ahora ninguno es sujeto para acceder a nuevos préstamos.
Él es arquitecto, vive en Quito, y perdió su empleo durante la emergencia sanitaria.
En esta circunstancia, Lenín envió una carta al banco para pedir que se prorroguen las cuotas de marzo a junio, pero en el banco le explicaron que solo podrían hacerlo hasta la cuota de mayo.
Lenín aceptó, pero se sorprendió cuando en junio ingresó al portal de información de calificación de riesgo de la Superintendencia de Bancos y vio que las cuotas no pagadas se registraban como cuotas en mora y su calificación de riesgo había bajado. “Para corroborar fui a otro banco y ahí me confirmaron que mi calificación de riesgo estaba a un nivel que no me permitía acceder ni si quiera a otro préstamo, en el caso de que quisiera contratar otro para pagar la deuda de mi préstamo educativo, mis codeudores también tienen entre 400 y 500 puntos menos en su calificación de riesgo y uno de ellos hasta vino a reclamarme con abogados”, cuenta.
Según Lenín, cuando puso la queja en el banco le dijeron que fue un error, pero su situación aún no se ha solucionado.
David Castellanos, analista económico, explica que los procesos de “diferimiento de crédito” se han dado de acuerdo a la capacidad de pago y perfil del cliente, y también en función de la capacidad del propio banco.
Castellanos señala que cada cliente tiene una situación particular, pero en muchos casos, por falta de conocimiento o de información clara, “ellos no saben a qué cambio se están ateniendo cuando no pueden pagar su cuota”.
Sobre el incremento en el cobro de intereses, Castellano explica que esto se da cuando el cliente accede a un refinanciamiento del crédito. Esto es, cuando crece el plazo de pago del crédito en relación al contrato inicial. Con la refinanciación, técnicamente el banco genera una nueva operación, aclara.
“El nuevo capital a pagar es más alto, porque su deuda creció al no haber pagado las cuotas por la pandemia. Con la refinanciación se genera una nueva tabla de amortización. Es importante entender que a mayor tiempo de recuperación de la cartera, el banco cobra un interés más alto”, detalla.
Castellano recalca que todo cambio de condiciones debe darse con el consentimiento expreso del cliente. “Como son miles de operaciones, quizás hay errores y la gente no lo sabe”.
En estos casos, él recomienda que se acuda a instancias como la Superintendencia de Bancos o al defensor del cliente con el que cuenta cada banco, si la persona considera que hubo un cambio de condiciones sin acuerdo previo.
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