Pablo López, administrador de La Cross, que ofrece educación inicial y hasta tercero de básica, en Cuenca. Foto: Cortesía
En el segundo de dos quimestres del año lectivo anterior, las clases fueron telemáticas. La pandemia del covid-19 obligó a utilizar herramientas tecnológicas, para mantener los procesos de enseñaza. La emergencia sanitaria no ha cesado, los chicos no volverán a las aulas en septiembre del 2020. Le presentamos una entrevista con Pablo López, administrador de La Cross, que ofrece educación inicial y hasta tercero de básica, en Cuenca, este domingo 9 de agosto del 2020.
Desde el 16 de marzo hasta el 30 de junio, en Sierra y Amazonía las clases no fueron presenciales por el covid-19. Los planteles aprovecharon la tecnología para mantener el contacto con sus estudiantes. ¿Este es un buen momento para repensar el modelo educativo nacional?
Claro, hay que discutir sobre éste, pero no por la pandemia, desde hace mucho que el modelo educativo caducó. En todas las áreas se va innovando, según cambia el mundo; un auto de 1930 no funciona ahora, mientras en educación mantenemos un modelo de hace 500 años. El covid-19 ha puesto en evidencia la necesidad de cambiarlo.
¿Por qué?
Hasta antes de la pandemia había que ponerle atención al contenido. Pero en este período sin clases presenciales el Ministerio de Educación entendió que lo importante es que los chicos aprendan destrezas, competencias. Nos dijeron que esa era la prioridad y el plano emocional. Me pregunto si cuando todo esto pase, querrán que volvamos a lo mismo.
¿Qué no está funcionando bien del modelo local?
El formato que manejamos fue pensado para una época en que los libros eran escasos, la información era muy difícil de conseguir. Y llegaba el profesor a contar todo lo que tuvo la oportunidad de leer. Los alumnos lo escuchaban. Hoy lo que más abunda es conocimiento. Seguimos evaluando qué tanto saben y no cómo lo aplican, por ejemplo.
¿Qué ha ‘desnudado’ el virus sobre las clases?
Con las clases virtuales, desde casa, los padres han podido evidenciar lo que pasa en los salones de clase. Han comentado, ‘no me gusta que mi hijo esté cuatro o cinco horas escuchando al profesor frente a la computadora y tampoco que tenga tantos deberes’. Pero antes pasaba lo mismo. Claro, no estaban frente a una pantalla sino en el aula, oyendo, anotando, memorizando.
¿También es una oportunidad para que los padres participen más?
Sí, para que se involucren en el aprendizaje. Es un tiempo para que se den cuenta, por ejemplo, de la forma en que aprenden, si solo memorizan o comprenden. Educar es un arte, no solo pararse a repetir palabras. Los padres deben evaluar qué tipo de formación quieren para sus hijos.
¿El currículo también debería ser ajustado?
Hay que cambiar los conceptos sobre lo que buscamos. Aprender las partes del cuerpo o el trinomio cuadrado perfecto no sé, puede ser que cumpla con el proceso educativo. Pero me pregunto, ¿eso les prepara para la vida? ¿Cómo usamos el conocimiento sobre el trinomio cuadrado perfecto? Habría que haber un balance.
¿Cuál es el rol del profesor en este cambio?
Es necesario capacitarlos porque enseñan de la forma en que aprendieron a hacerlo. En la universidad les dijeron que tenían que pararse junto al pizarrón y no pueden ser disruptores de ese modo.