Sin pan y sin sal pero dueños
Acercarse a las estrellas tiene su precio. Por lo pronto, quienes han llegado al espacio presentan problemas con su presión arterial, pues disminuye.
Igualmente, se dice que el corazón se vuelve más grande por la necesidad de bombear más sangre. Por la microgravedad este líquido se concentra en la parte superior del cuerpo.
Es cierto que el organismo no tarda en acondicionarse al lugar, pero esto puede ser peligroso, ya que la pérdida de masa ósea es el principal problema que afecta a los hombres del espacio. Según la página web Healthlibrary, este proceso comienza en un lapso de unas horas de ingravidez y altera particularmente a los huesos de soporte de peso de los tobillos, cadera y columna. Lo que pasa es que el cuerpo siente que no necesita tanta masa ósea para sostenerse, pues casi no hay gravedad. Tal vez estos mismos problemas sufrió la perrita Laika, el primer ser vivo que llegó al espacio en 1957.
Esto no revestiría ningún problema si los astronautas se quedaran a vivir allí, el inconveniente se suscita cuando regresan a la Tierra y presentan síntomas parecidos a la osteoporosis. Los huesos pueden tardar hasta dos años en regresar a su estado normal, según la NASA KSNN. Por eso para mantenerse en forma, en órbita, se necesitan dos horas de ejercicios.
Dolores de cabeza, mareos, somnolencia, fatiga y pérdida de conciencia son problemas por los que atraviesan debido a la falta de oxígeno. Sin embargo, ahora existen trajes espaciales altamente adaptados que reducen los efectos colaterales de la fuerza de la gravedad, tales como vómito, desmayos y rotura de vasos sanguíneos, asociados al lanzamiento y a la reentrada en la atmósfera, dice una nota publicada en tudiscovery.com.
La falta de gravedad también entumece las papilas gustativas. Por eso, prefieren la comida condimentada.
Un estudio de Janneke Gisolf, investigadora del Hospital Universitario de Amsterdan, determinó que luego de un viaje espacial los astronautas vuelven con menos sangre en sus venas y arterias.
La digestión también se hace más lenta. El proceso toma más tiempo porque no hay gravedad que empuje la comida, que tampoco es la convencional. Los alimentos son liofilizados, no tienen agua. Están dentro de bolsas flexibles que antes han sido sometidas a un proceso que evita la proliferación de bacterias. Este es un gran avance, ya que los primeros astronautas degustaron alimentos insípidos que venían en tubos de plástico o de aluminio, como una pasta de dientes.
En una nave es difícil encontrar un salero. Esto se debe a la imposibilidad de que la sal se fije en la comida y al peligro de que ingrese o tapone algún filtro de aire, la alternativa es utilizarla líquida. Y si alguien quiere pan deberá esperar para cuando vuelva a la superficie terrestre. En algunos casos hay solo tortas de maíz, elegidas porque no producen migas que puedan dañar las partes de la estación.
Existe mucho cuidado con los líquidos, pues todo flota. Las sopas se toman con sorbete para facilitar su consumo. Y no se sabe qué es arriba ni qué es abajo, ni cómo avanza el tiempo. El día y la noche se confunden.
Las bases espaciales no cuentan con refrigeradoras a pesar de que se invierten millones de dólares. Pero sí tienen ventiladores y aire acondicionado, lo cual puede ser una molestia debido a su fuerte sonido. De manera prolongada altera a los tripulantes.
El área tampoco está libre de ciertos olores molestos, producidos por la desgasificación de objetos, ocasionada por cambios bruscos de temperatura. A pesar de ello, no se pueden abrir las ventanas como en una casa.
Cuentan con un baño, pero utilizarlo puede convertirse en toda una aventura. Es como un acomplamiento preciso entre dos vehículos. En una ocasión el astronauta Michel Foale dijo que le llevaba entre 15 a 20 minutos utilizar el inodoro de la estación rusa MIR, que ya no está en operación actualmente. Para desechar los excrementos se usa una corriente de aire.
A la hora de la limpieza diaria no hay agua ni jabón, tan solo un paño enjabonado. Este líquido es muy valioso a tal punto que no se lavan los platos sucios. Solo se trituran y se desechan.
La vida en el espacio no es fácil. Por eso en la selección de candidatos prima el carácter. Se prefiere a las personas afables, pues la convivencia puede crear fricciones. Son necesarios estudios psicológicos sobre su personalidad y cultura. Se han dado casos de viajeros que han tenido crisis nerviosas o se han vuelto apáticos.