Alejandro Ribadeneira. Coeditor de Deportes
El clásico del Astillero se jugó ayer con un ingrediente novedoso: los hinchas que asistieron al Monumental tenían prohibido insultar a los dirigentes y a los jugadores (del árbitro, pobrecito, no se acordaron). El castigo: todo ‘boca sucia’ sería expulsado del estadio.
Dado el éxito que tuvo esa lúcida y práctica medida, pues la Policía no retiró a nadie por insultar, los directivos canarios (que seguramente esperaban flores por sus magníficos resultados), han decidido editar la versión castellana del Diccionario de Ned Flanders para ir al estadio, un útil compendio de las palabras que los fanáticos pueden usar cuando estén enfurecidillos con los directivillos.
Recórcholis: para exclamar ante una acción de peligro del conjunto rival.
Oh, cielos: para cuando el rival anote un gol.
Rayos y centellas: para cuando el rival esté goleando y la derrota sea más que segura.
¡Santos directivillos!: cuando se quiera reclamar a los dirigentes por sus acertadas contrataciones.
Delantero paquetillo: cuando el atacante desperdicie una clara opción de anotar.
Defensa lentirijillo: cuando el zaguero no alcance a cubrir al rival.
¿Por qué no ves si llueve en Tel Aviv?: para pedir la renuncia del DT o el presidente del club, pero con tacto para que no sufran depresión. Pobrecillos.