Alumnos trabajan en clase obras artísticas para prevenir a sus compañeros sobre los efectos de las drogas. Foto: Mario faustos / EL COMERCIO
Usan uniformes y van a los colegios con sus hijos. Algunos padres de familia dejaron sus empleos para recorrer pasillos, patios, baños, canchas, en horarios matutino y vespertino.
Todos tienen un objetivo en común: cuidar de las drogas a sus hijos -y a los que no son suyos, también-.
Hace un año, Jorge decidió unir a 60 padres y madres para colaborar en la vigilancia interna del plantel fiscal donde estudian sus hijos, uno de los más grandes de Guayaquil.
“Queremos librarlos de la hache”, dice. Él sale cada tarde de su casa, equipado con jeans y camisa azul bordada con la palabra ‘brigadista’. Una credencial de cartón guinda de su cuello.
“Yo estudié aquí y antes no había estos problemas -recuerda-, solo nos tomábamos el colegio cuando había un mal profesor. Ahora esa bendita heroína vuelve locos a los chicos. Solo queremos que sigan el camino correcto”.
Las autoridades reconocen esta preocupación y hablan de un plan de seguridad integral, que se extenderá a todo el sistema educativo desde el 2016.
En una primera fase, el ministro de Educación, Augusto Espinosa, explica que harán estudios de los principales riesgos de cada plantel. “No es solo el problema de las drogas”, aclara.
Pero ese es el riesgo que más inquieta a las familias. Por eso Hilda, una madre soltera, optó por trabajar solo en las tardes para sumarse a las 20 mujeres que resguardan otro plantel público de la ciudad. De lunes a viernes madruga y permanece con sus hijos en el colegio donde estudian, hasta las 12:40.
“Los cuidamos de los que andan consumiendo y de los que venden. A veces nos topamos con niños malcriados que nos dicen ‘sapas’, pero no entienden que es por su bien; no queremos que se pierdan en las drogas”, dice angustiada.
El grupo de Hilda ha identificado a más de un expendedor de estupefacientes dentro del colegio. Entonces, han hablado con los profesores y estos han contactado a la Policía. “Han sacado a bastantes vendedores de droga, de aquí mismo, chicos. Son microtraficantes”.
El microtráfico que afecta a varios colegios motivó la creación del Consejo de Seguridad de la Niñez y Adolescencia, que se conformó en Guayas en este mes. En la última reunión, Marco Zapata, jefe antinarcóticos en la provincia, resumió que en este año -hasta inicios de diciembre- han desarrollado 2 639 operativos contra el microtráfico (con 2 651 detenidos y 362 menores aislados).
Los controles de la Policía también apuntan a 28 colegios de Guayaquil, con intervenciones y operativos. Pero hay adolescentes que no lograron escapar de las bandas. En lo que va de diciembre, la Dirección Nacional de la Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), identificó a 54 estudiantes con problemas de consumo de drogas.
Ellos asisten a terapias del Ministerio de Salud, que pueden ser ambulatorias -en centros y subcentros-, o en centros de recuperación, según el caso. Durante el tratamiento reciben clases a distancia o por medio del programa aulas hospitalarias, hasta su reinserción.
José T. cursa el segundo año de bachillerato en un establecimiento del norte de Guayaquil. Dice que las drogas y las pandillas son las principales amenazas que debe esquivar día a día, desde que sale de su casa rumbo al colegio.
El Observatorio Social del Ecuador tiene un estudio que incluye datos de violencia escolar en el país. Según una encuesta de este año, el 63% de los niños, niñas y adolescentes encuestados dice que ha visto peleas entre alumnos; el 21% ha detectado grupos de pandillas violentas y un 55% ha observado cómo otros compañeros destruyen cosas dentro de colegios y escuelas.
Como una estrategia para disminuir estos porcentajes, las autoridades educativas presentaron el concurso ‘Yo decido’.
Desde el inicio de la convocatoria, grupos estudiantiles se reúnen en aulas para crear obras de teatro, canciones inéditas, cómics o cortometrajes, con mensajes contra el consumo alcohol y drogas, la violencia y el ‘bullying’.
Aunque existen varias medidas, desde distintos frentes, Graciela se niega a dejar su cargo de brigadistas. Cada día resguarda cualquier espacio que le asignen dentro del colegio donde inscribió a su hijo.Prefiere no despegarse de él, hasta que se gradúe. “Por cuidarlo me toca también andar atrás de todos”.
En contexto
El Ministerio de Educación dispuso a los centros educativos del país que elaboren un plan de seguridad integral. En cada uno se priorizan las acciones en función de los problemas que son más sentidos por la comunidad. Se reforzará con capacitaciones a los educadores sobre seguridad, desde mayo del 2016.