Paco, El Betunero
Frente a la sucia bota de falsa democracia creada por la partidocracia, él le sacó lustre a la indignación social, usó la franela de la comunicación, la palabra como tinta y el betún de la participación ciudadana.
Cuando se le preguntó si gracias a ese fenómeno dado por obra y gracia del gobierno de Gutiérrez se habría constituido en líder del forajidismo, con elocuencia y sin malas palabras contestó: “Yo, ¿líder?¿cómo asífff? ¿En la revolución de las Alcabalas, hay algún líder? ¿En la de los estancos? No. El líder es la dignidad del pueblo que se toma la calle y rebasa a todos”.
Y así, como si en la Plaza Grande en Quito, o el Parque 12 de Noviembre en Ambato, donde los lustrabotas tienen sus mejores plazas, aceptó ir a Montecristi y luego al otrora recinto de la partidocracia para no ser líder sino un modesto lustrador de la “dignidad del pueblo”.
En la mesa de Soberanía de Montecristi sacó lustre a los conceptos de “soberanía y dignidad” que le venían desde Carondelet, aportes y conceptos que le permiten tener más soberanía y dignidad económica.
Hoy es más digno y soberano que antes; usa el betún de la Ley con sus creencias éticas sobre lo tributario, por ejemplo, en su calidad de Presidente de la comisión económica, cree en gravar al “alcohol y al tabaco” por razones de salud pública; ah, y sobre la futura Ley de Comunicación se ve que no le preocupa porque de aprobarse no le han de aplicar a él, que de “soberano” pasó a “financiero”.
La Superintendenta de Bancos ha llevado con absoluta dignidad y soberanía las relaciones con el sistema financiero, por ello, no está dispuesta a que ninguna mugre de la partidocracia ensucie la limpia actividad, a pesar de que el pueblo no ha visto cambios de la banca a su favor. Y si ha prescindido en lustrar la lucha anticorrupción en los casos del ex Ministro de Deportes o de los contratos con el hermano del Presidente o de los contratos con los chinos es porque… ¡cómo asíffff!
Lustra con gratitud a este Gobierno que le ha permitido, incluso contra la Constitución, poder ser asambleísta, pues le dio la fórmula, a través del señor Alvarado, para, a pesar de tener un medio de comunicación, ser candidato y no impugnado por nadie hasta alcanzar la curul: ocultarse en una persona jurídica.
Los “zapatos democráticos” de la gente honrada están sucios otra vez y no hay quién los limpie. La Radio y él, en donde ha dicho que “esa pendejada de la Asamblea le ha quitado el tiempo que antes tenía para hacer cosas que más le gustan”, ha perdido la franela, la tinta y el betún de la independencia ciudadana. ¡Qué bestia!
Milton Castillo Maldonado