Otras voces
¡A las calles!
Erwin G. Valdiviezo. El Diario de Manabí
La Ley de Educación superior y la Ley de Comunicación son las más mediáticas y la “punta de lanza” para la aplicación de modelos que dan al Estado la posibilidad de regular, controlar y sancionar a todo y todos aquellos que disientan o se opongan a la línea de la “revolución ciudadana”.
Es decir, se quiere tener el control total de universidades, medios y periodistas. Por eso las calles son las alternativas de la oposición (en la Asamblea solamente hay el derecho al “pataleo”).
Eso lo están demostrando las universidades que, en algunos casos, como el de la San Gregorio de Portoviejo, deben ir más allá, porque no se puede quedar en la “inercia” de la rectificación que para el caso del Conea no va a llegar.
La libertad
Elías Dávila. Expreso
En cuanto a la comunicación, bien sabemos que la expresión del pensamiento debe ser libre, en la medida que no dañe a nadie ni que se ponga al servicio del mal.
Cierta publicidad es la suma de liviandad porque no se maneja con parámetros éticos, para dar un solo ejemplo: si alguien afortunado se saca un premio en efectivo de una lotería, ante el requerimiento de compartir el dinero con otro, se imagina metiéndolo en una trituradora de piedra para hacerlo cemento.
Se irrespeta la libertad cuando se insulta y denigra desde el poder al llano y desde el llano al poder. Se rompe el margen ético de la libertad, que debe existir como don en todas las personas, cuando en forma malsana realizan un pugilato de agresiones personales.
Libertad y democracia
Catón Salazar. La Prensa de Riobamba
Los ecuatorianos estamos cansados de las inconsecuencias de nuestros gobernantes. Los regímenes que tratan de ser totalitarios son repudiados por una gran mayoría.
Reiteradamente se invoca la democracia, pero es necesario que la sepamos entender con claridad, según las leyes de la evolución humana y social.
Los ecuatorianos, por tantas frustraciones y decepciones, hemos aprendido a dudar de las apariencias. No queremos una democracia en la que la libertad sea un mito o un principio fácilmente atropellado. No queremos una democracia donde el que hace las leyes las ejecute. No debe pasar a favor de conveniencias, ambiciones y codicias particulares. Las leyes no deben reprimir la libertad de expresión ni de pensamiento.