La OTAN quiere evitar una nueva Guerra Fría con Rusia

Personal del escuadrón Halcón del Ejército británico del regimiento de Tanques Reales, apoyados por Ingenieros eléctricos y Mecánicos Reales trasladan un vehículo contaminado, en Salisbury, Inglaterra (Reino Unido) el 14 de marzo de 2018. Foto: EFE

Personal del escuadrón Halcón del Ejército británico del regimiento de Tanques Reales, apoyados por Ingenieros eléctricos y Mecánicos Reales trasladan un vehículo contaminado, en Salisbury, Inglaterra (Reino Unido) el 14 de marzo de 2018. Foto: EFE

Personal del escuadrón Halcón del Ejército británico del regimiento de Tanques Reales, apoyados por Ingenieros eléctricos y Mecánicos Reales trasladan un vehículo contaminado, en Salisbury, Inglaterra (Reino Unido) el 14 de marzo de 2018. Foto: EFE

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, reiteró este viernes, 16 de marzo del 2018, su respaldo a Londres en su escalada con Moscú, pero avisó de que hay que evitar aislar a Rusia y entrar en una nueva Guerra Fría.

“No queremos una nueva Guerra Fría, no queremos una carrera armamentística: Rusia es nuestro vecino, así que tenemos que seguir trabajando para mejorar las relaciones”, dijo a la radio BBC el dirigente de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Aislar a Rusia no es una opción. Rusia es nuestro vecino”, insistió Stoltenberg.

Al mismo tiempo, el máximo representante de la alianza militar occidental dijo que “no hay razones para dudar” de que Moscú sea responsable del atentado con un arma química contra el exespía ruso Serguéi Skripal y su hija, cometido el 4 de marzo en la ciudad inglesa de Salisbury.

“No hay razones para dudar de las conclusiones y valoraciones del gobierno británico, en particular porque esto ocurre en el marco de un patrón de actos temerarios de la parte de Rusia durante muchos años”, añadió Stoltenberg, citando “la anexión de Crimea, la continua desestabilización de Ucrania, los ciberataques y las injerencias en elecciones nacionales”.

Las declaraciones de Stoltenberg tienen lugar al día siguiente de que los líderes de Francia, Estados Unidos y Alemania publicaran un comunicado junto al Reino Unido culpando a Rusia del atentado y exigiéndole responsabilidades.

Londres estimó que si el ataque se había perpetrado con gas nervioso Novichok, fabricado en laboratorios militares rusos, solo había dos opciones: que el Estado ruso lo perpetró o que perdió el control de esa arma.

En consecuencia, la primera ministra Theresa May decidió la expulsión de 23 diplomáticos rusos y la suspensión de los contactos al más alto nivel.

El ministro de Relaciones Exteriores británico, Boris Johnson, aclaró este viernes, 16 de marzo, que “la disputa es con el Kremlin de (Vladimir) Putin”, no con el pueblo ruso.

“Creemos que es muy probable que fuera decisión suya usar un agente nervioso en las calles del Reino Unido, en las calles de Europa, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial”, dijo en Londres, donde recibía a su homólogo polaco Jacek Czaputowicz.

Pero en el frente británico, el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, se desmarcó del gobierno y estimó que hay que esperar al final de la investigación para señalar a Rusia, sugiriendo que el ataque pudo ser obra de la mafia rusa.

“No es el momento de juicios apresurados que podrían conducir a una nueva Guerra Fría”, escribió Corbyn en un artículo publicado en The Guardian este viernes. 

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