El puente carrozable en Santa Rosa sería afectado por posibles lahares del volcán. Fotos: Vicente Costales / EL COMERCIO.
Elías Andi Likui, nativo de la parroquia de Talag en la provincia de Napo, recuerda un relato de su papá, Pablo Andi Aguinda, sobre lo que contaban de la última erupción del Cotopaxi, el 26 de junio de 1877.
En aquel relato, el río Jatunyaku se secó repentinamente y los habitantes que viven en la orilla aprovecharon para recoger los peces que estaban desperdigados en el lugar, pero pocos minutos después la tierra tembló y una ola gigantesca se llevó a todos. “Mi padre me recomendó que cuando la tierra ruja, suba inmediatamente a la montaña”.
Según Nancy Morocho, coordinadora de la Secretaría de Gestión de Riesgos en la Zona 2, en esta versión coinciden 12 personas más que superan los 90 años de edad que habitan en la zona. El mapa de riesgos que desarrolló el ente estatal, incluyó estos testimonios para establecer la vulnerabilidad en el sector ante el proceso eruptivo del volcán Cotopaxi.
“Nuestros estudios muestran que tras la erupción, el lahar más fuerte, descendería desde el río Verdeyaku, el cual al unirse con el río Chalupas, tomaría fuerza para llegar al Jatunyaku, luego al río Anzu, y terminaría su recorrido en el río Napo. Si solo se derrite el 5% del glaciar del Cotopaxi, generaría una ola destructiva de 20 metros de alto por un kilómetro de ancho, comparable con aquellas versiones de los habitantes”, señaló Morocho.
Para establecer el mapa de riesgos se realizaron recorridos a pie desde el flanco oriental del Cotopaxi, para documentar la forma de las quebradas en el sector de Tamboyaku y La Serena, recoger evidencia sobre la última erupción y analizar el impacto de un posible deshielo del glaciar.
Elías Andi Likui sobre el río Jatunyaku en la provincia de Napo. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO.
Durante el recorrido se encontraron dos piedras de origen volcánico muy similares en tamaño y color a la piedra Chilintosa que está en Mulaló, la cual también es producto de una pasada erupción del volcán Cotopaxi. Estos hallazgos se ubican en los sectores de Shandia Alto y Puerto Colón.
En la proyección que maneja la Secretaría de Gestión de Riesgo, este fenómeno se produciría después de tres horas de la erupción. La primera parroquia oriental que sería afectada es Tálag, luego serían las poblaciones que están cercanas al río Jatunyaku como Puerto Napo, Misahuallí, Ahuano y Chonta Punta. En esos poblados se ha trabajado en las últimas cuatro semanas para identificar los puntos seguros georreferenciados, a través de un sistema de alerta temprana, el cual cuenta con la participación de los líderes comunitarios.
En el ejercicio de simulación que la Secretaría de Gestión de Riesgo realizó el pasado martes en la Gobernación de Napo, no se descartó un posible represamiento de los ríos que desembocan en el Jatunyaku, inundaciones colaterales, la destrucción de los puentes en el sector de Cando, Santa Rosa y Puerto Napo. Además, se analizó el traslado de las personas hacia los 18 albergues temporales establecidos en Tena.
Son seis sesiones de planificación realizadas hasta el momento, divididas en ocho mesas de trabajo, en las cuales se analiza el acceso y vulnerabilidad del agua, la salud e higiene en momentos de emergencia, la infraestructura afectada, la atención a la población, seguridad, productividad de la zona, educación, ambiente, y cómo se afectarían los sectores estratégicos. Sin embargo, las comunicaciones siguen siendo un problema en las zonas más alejadas.
La única empresa de telefonía celular que ingresa en la zona es Claro, pero su servicio es irregular en ciertos sectores, razón por la cual se trabaja en implementar un sistema de alarma temprana. A través de CNT, se hace uso de la televisión satelital para establecer una alerta en las pantallas de televisión, pero en zonas donde no cuentan con este servicio, se ha coordinado el uso del cuerno, como ancestralmente lo utilizaban los nativos.
Uno de los recursos que no se vería alterado ante esta emergencia sería el agua, ya que la población la consume a través de las vertientes naturales que provienen de los ríos Pioculín y Tálag.