Redacción Guayaquil
Cuando Laura Meza recibió la noticia se hallaba conectada a la máquina de hemodiálisis. El duro tratamiento que siguió durante cinco años, debido a una insuficiencia renal crónica, parecía llegar a su fin.
El viernes 5 le llamaron para avisarle que era candidata para un trasplante de riñón. Luego de urgentes pruebas, al siguiente día, la mujer de 55 años estaba lista para la cirugía.
Algunas cifras
Cuatro operativos de extracción de órganos de pacientes cadavéricos se han realizado en el hospital Luis Vernaza.
Cerca de 3 500 personas en el país reciben diálisis y hemodiálisis. El 20% de ese total requiere un trasplante de riñón.
La operación dio buenos resultados y se espera que esta semana estará en recuperación. En la habitación 210 del hospital Luis Vernaza, en Guayaquil, Meza se repone. A momentos, su mirada está fija en los sueros que cuelgan junto a su cama.
En su cuello resalta la cicatriz del catéter que le aplicaron para las diálisis. Y en su brazo izquierdo son notorias las huellas que le dejaron las fístulas (una conexión o canal anormal entre órganos, vasos o tubos) para el tratamiento.
“Cuando recién ingresé a la clínica de hemodiálisis y veía a todas esas personas conectados, me preguntaba: ¿Dios mío, por qué yo…? Pero ahora tendré una nueva oportunidad de vida”, dice entre lágrimas esta maestra jubilada.
Meza no lo sabe, pero a la distancia tiene un vínculo con otros cuatro enfermos. Y el 5 de febrero fue el día que marcó estas vidas.
Esa fecha, en el área de cuidados intensivos del hospital Vernaza, un joven de 32 años falleció a causa de un traumatismo cráneo encefálico. A él intentaron robarle y recibió un disparo en la cabeza que lo dejó en estado de coma. Sus familiares decidieron donar todos sus órganos.
Luego, la doctora Candela Ceballos, coordinadora hospitalaria de trasplantes, organizó un operativo de procuración de órganos. Durante casi cuatro horas, cinco especialistas del hospital Vernaza realizaron por primera vez una ablación multiorgánica, un proceso por el cual extrajeron córneas, hígado, riñones y varios huesos del paciente cadavérico.
Una de las córneas fue implantada en un niño de 12 años, que se encuentra internado en el hospital Roberto Gilbert. La otra fue colocada en un paciente del hospital Luis Vernaza.
El hígado fue trasplantado en un hombre de 55 años, en el hospital Metropolitano de Quito. Los huesos fueron trasladados a Solca. Mientras que el otro riñón fue trasplantado en un joven de 21 años en la clínica Kennedy de Guayaquil. Él tenía dos años en tratamiento de diálisis.
Parte de las cirugías fue financiada por el Ministerio de Salud, a través de su plan de trasplantes. Otras las asumió el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social.
Entre tanto, en el área de consultas del hospital Vernaza, Paola Villón y Joffre Estrella esperan un turno. Ambos usan mascarillas, pues hace un mes recibieron un trasplante de riñón. Hoy su semblante es otro. La joven piensa en retomar sus estudios. Y el hombre, de 42 años, espera regresar al campo de Naranjal.
Para Noralma Mosquera, jefe del Servicio de Nefrología y coordinadora de trasplante renal, la colaboración de la comunidad es fundamental para que el programa de trasplante con donante cadavérico continúe, para mejorar la salud de hasta 50 personas.