Hay funciones informáticas que más que protegernos nos sitúan al filo del abismo.
Ocurre cada vez que activamos, casi de forma mecánica e irreflexiva, la casilla Recordar Contraseña, en el navegador Internet Explorer. La función nos evita escribir una y otra vez la clave para ingresar a una nueva página web, pero nos hace terriblemente vulnerables.
El riesgo aumenta cuando varias personas emplean una misma computadora y cuando el usuario no ha cerrado la sesión.
Si una persona activa Recordar Contraseña, otra que use el mismo equipo puede ingresar a sus documentos, correo y conocer sus más
íntimos secretos.
Las opciones que permiten guardar nuestros datos para el inicio automático de la sesión siempre serán riesgosas. Quienes más están expuestos a estos peligros son los usuarios que frecuentan los cibercafés que por el afán de agilizar las búsquedas por la Web dan una pulsación en esta opción y luego se olvidan de desactivarla.
Si los usuarios tienen que revisar su correo electrónico en uno de estos sitios públicos, lo mejor es emplear una contraseña temporal.
De este modo, la próxima persona que utilice la máquina que le asignaron a usted, ya no podrá hurgar en sus documentos.