La onda expansiva del extremismo alcanza a más puntos del planeta

La milicia yihadista del Estado Islámico se responsabilizó del atentado perpetrado en Niza, Francia, por un ‘lobo solitario’, el pasado 14 de julio. Foto: AFP

La milicia yihadista del Estado Islámico se responsabilizó del atentado perpetrado en Niza, Francia, por un ‘lobo solitario’, el pasado 14 de julio. Foto: AFP

La milicia yihadista del Estado Islámico se responsabilizó del atentado perpetrado en Niza, Francia, por un ‘lobo solitario’, el pasado 14 de julio. Foto: AFP

Mohamed Bouhlel ha sido uno más de los ‘soldados’ que el extremismo emplea para expandir su terror a cada vez más países del mundo. El tunecino asesinó a 84 personas e hirió a otras 202 (50 de ellas de gravedad), en Niza, el 14 de julio.
La matanza en la ciudad del sureste de Francia evidencia que el rastro de sangre que va dejando en el planeta la milicia yihadista del Estado Islámico (EI) es cada vez más largo.

Desde Dacca (Bangladesh) a Estambul (Turquía) y Bagdad (Iraq) ha habido en las últimas semanas cientos de muertes de inocentes en atentados de los fundamentalistas. 
También se responsabilizaron del homicidio múltiple en Niza. Ese ataque encaja en los patrones propuestos por el EI y sus seguidores lo celebraron como una venganza por la muerte del líder terrorista Tarkan Batirashvili, alias ‘Omar el Checheno’, en Iraq.

No es la primera vez que el EI responde con atentados cuando se ve derrotado militarmente en su ‘califato’ autoproclamado en Iraq y Siria. En los últimos meses murieron varios líderes de la milicia.
La hilera de atentados ha movido a la comunidad internacional. Así, la alianza liderada por EE.UU. podrá proclamar, en la conferencia convocada en Washington para este miércoles 20 de julio sobre la lucha contra el EI, que el territorio que controla la milicia en esos dos 
países se ha reducido. 


El Pentágono afirma que se ha reconquistado hasta abril el 45% del territorio que tenían los yihadistas en Iraq, y un 20% en Siria. Otro objetivo clave era debilitar sus fuentes de financiación y por eso desde noviembre pasado fueron atacadas las instalaciones petroleras con las que el EI obtiene, según cálculos de los expertos, un 43% de sus ingresos.

Esto implica que la milicia está debilitada, pero no vencida. 


Terrorismo transnacional


La variedad de objetivos elegidos para atentar muestra que la milicia, antes circunscrita a Iraq y Siria, ahora es una organización con múltiples tentáculos en el mundo.

Como Al Qaeda, el EI se vuelve una red global a la que grupos nacionales le juran lealtad aunque sigan actuando de manera independiente. Se trata de un extremismo transnacional, que en el 2014 se cobró 37 400 vidas en el orbe, según el Índice de Terrorismo Global 2015 (GTI, por sus siglas en inglés)
Bangladesh, un país mayoritariamente musulmán de unos 160 millones de habitantes, es un ejemplo de ello.

Sufre desde 2013 una ola de asesinatos de motivación religiosa. Pero el terror alcanzó una nueva dimensión cuando siete atacantes asaltaron el 1 de julio un café de Dacca y mataron a 20 de los clientes. El EI se atribuyó este y otros atentados. 
En Afganistán los milicianos del EI han cometido numerosos ataques, aunque su crecimiento se ve frenado por las brutales luchas con sus rivales talibanes.

Según el Instituto de la Paz de EE.UU., la milicia cuenta allí con 2 500 hombres.
Por otro lado, expertos en seguridad alertan del peligro de que el EI perpetre más atentados en Malasia, Indonesia y Filipinas. En África, Libia es desde hace tiempo el hogar de los yihadistas, a quienes los terroristas nigerianos de Boko Haram juraron lealtad.


La comunidad internacional ha respondido a la amenaza con 14 000 bombardeos aéreos por parte de la coalición liderada por EE.UU. en Siria e Iraq en los últimos dos años. También los rusos combaten a los yihadistas en Siria.

¿Pero es suficiente esto para acabar con el EI? El jefe de la CIA John Brennan fue poco optimista: “Aún tenemos un largo camino antes de poder decir que hemos hecho avances considerables”. Y aunque los yihadistas pierdan su territorio, podrían no ser derrotados. Su ideología está tan expandida en el mundo que la semilla del terrorismo puede crecer incluso sin su actual centro de poder. El mensaje que sale de los atentados es claro: El EI y sus ‘soldados’ pueden golpear casi en todas partes del mundo y de diferente forma, con comandos organizados y atentados planeados de o con ‘lobos solitarios’.

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