Redacción Cultura
En la sala Víctor Mideros, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana de Quito, continúa la exposición de José Meythaler Quevedo (acuarela) y Paúl García Lanas (técnica mixta). El primer artista, ingeniero civil de profesión y pintor autodidacta, presenta un conjunto colorido y sugerente de obras que recrean el patrimonio arquitectónico de Latacunga, uno de los más bellos del país.
García muestra más de 20 cabezas de caballos árabes, pintados en témpera aplicada con aerógrafo y pastel al óleo. También tiene obras en plumilla, lápiz grafito, carboncillo, sanguina, sepia, témpera y acuarela.
José Meythaler dijo: “Pinto porque me gusta, porque me nace pintar desde la niñez”, desde sus años de infancia en la escuela San José de la Salle de su ciudad natal. El pintor quiere al Centro Histórico, en el que confluyen edificaciones que definen la identidad de la andina capital de Cotopaxi: el Palacio Municipal (neoclásico), la Gobernación, la Catedral; así como las iglesias de La Merced y de Santo Domingo.
Meythaler reconoce que la mayoría de añejas edificaciones, tradicionales y solariegas, han sido reemplazadas por “cajones de hormigón”. Por eso, en sus acuarelas cobran vida a través de un dibujo pulcro y de un uso acertado de los colores cálidos. “Amo a mi ciudad, siempre viví en ella, y ahora la recreo para que la gente admire su armonía, su belleza”, dice el artista, quien ofrece al espectador otra novedad: acuarelas de los patios interiores de las casonas de finales del siglo XIX. “Apenas quedan tres –dice Meythaler- con cierta nostalgia, pero ahora los he sacado de mi memoria con sus luces y sombras, con sus geranios y sus columnas”.
Meythaler reconoce que la acuarela es una técnica que no admite errores. Es una técnica difícil, que demanda concentración, experiencia y talento. Por eso, durante muchos años en su trabajo ha buscado la armonía, la perspectiva, la creación de atmósferas, la composición exacta para que el espectador se integre a ese universo de colores y formas bien definidas. “Pintar acuarela es algo que me nace, es una atracción irresistible”.
A la técnica de la acuarela la relaciona con el impresionismo, porque capta un momento intenso y fugaz, por la presencia de la luz sobre el objeto, por el juego de luces y sombras.
Dejando las fronteras de su centro, también ha pintado las calles de la polvorienta y acogedora Cusubamba, una parroquia de Salcedo. Pero hay un cuadro que ama, pues le recuerda a su esposa ausente: una casa de Portoviejo, casi azulada, de balcones volados. “José, píntala, me encanta”, le dijo ella, en un viaje que hicieron a la Costa. Él la pintó. Su esposa falleció hace cinco años. Y cuando José Meythaler ve la casa, la sonrisa de un recuerdo feliz se esboza en su rostro.
El escritor Marco Antonio Rodríguez, presidente de la CCE, reconoce las creaciones de Paúl García. “El retrato de García Lanas busca el modelo, pero se aparta de él, gracias a su talento creador, insuflándolo de su propia interpretación, altera la preceptiva de la imagen, se internaliza en el personaje, rastrea sus laberintos internos y llega a lo que se llama el alma de retrato”.
“¿Los hermosos, únicos, alados caballos, existen en la realidad o solo pueblan la imaginación del artista donde galopan a contraviento a contra olvido, a contra muerte?” se pregunta Rodríguez. Los dos artistas exponen hasta finales de mes.