Carmen acude a controles periódicos en la Clínica de la Obesidad del IESS. Ella es candidata a una cirugía que reducirá el tamaño de su estómago. Foto: EL COMERCIO
Por su estatura debería pesar hasta 140 libras. Pero en el último chequeo médico la balanza marcó 251. Carmen -nombre ficticio- comenzó a subir de peso diez años atrás. Desde entonces ha improvisado dietas, algunas tan extremas que incluso le causaron anemia.
“Cuando era pequeña fui delgada. Y recuerdo que en ocasiones tenía una doble o triple ración de alimentos, en mi casa y en casa de mi abuela. Eso quizá incidió en que aumentara de peso con el tiempo”, relata pausadamente, mientras recobra el aliento. El agotamiento es un problema que aún no logra superar.
El informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado en julio por el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), revela que tanto la obesidad como la desnutrición crecen a la par en el mundo: mientras 2 338 millones tienen sobrepeso, cerca de 820 millones de personas padecen hambre.
Y aunque son realidades aparentemente opuestas, la FAO ha detectado un vínculo entre ambas. El informe detalla que uno de cada siete nacidos vivos (aproximadamente 20,5 millones de bebés) tiene bajo peso al nacer.
La meta global es reducir un 30% la prevalencia del bajo peso al nacer, un objetivo fijado por la Asamblea Mundial de la Salud para el año 2030. El esfuerzo es apremiante debido a que según la FAO estos pequeños no solo corren el riesgo de morir en el primer mes de vida, sino que aquellos que sobreviven tienen mayores probabilidades de sufrir retraso del crecimiento e incluso pueden enfrentar problemas de salud crónicos en la edad adulta, como la obesidad y la diabetes.
Carmen es abogada. Tiene 34 años de edad y para lidiar con su sobrepeso se inscribió en el programa de la Clínica de la Obesidad, que funciona en del hospital Teodoro Maldonado Carbo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en Guayaquil. Durante dos años ha seguido una dieta dirigida por nutricionistas, practica ejercicios y es candidata a una cirugía para reducir su estómago.
Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) están asociadas con la obesidad y el sobrepeso. El cáncer, los males cardiovasculares y la diabetes son algunas de ellas. Foto: EL COMERCIO
Daniel Rodríguez es el jefe del área Clínica del hospital y en el 2017 impulsó la creación de este espacio. Un equipo de nutricionistas, endocrinólogos, psicólogos e internistas se encarga de preparar a los pacientes para que accedan a tratamientos de pérdida de peso.
El parámetro de selección es el índice de masa corporal (IMC), una relación entre peso y talla. Un IMC entre 20 y 25 es normal, de 25 a 30 es catalogado como sobrepeso, por encima de 30 hay un problema de obesidad y si pasa los 35 el diagnóstico es obesidad mórbida.
“No es un programa solo para operarse. Se califica si el paciente requiere la intervención, pero también se le enseña hábitos adecuados de vida, a controlar su índice de masa corporal y a controlar enfermedades como diabetes, hipertensión, males del corazón o artrosis”, explica Rodríguez. Desde que comenzó a funcionar, la clínica registra 2 100 consultas; un 40% de los pacientes fue sometido a cirugía bariátrica o la colocación de un balón intragástrico.
Carmen sufre de dolores articulares. El excesivo consumo de grasas ha incrementado sus niveles de colesterol y se fatiga con facilidad.
Según el informe de la FAO, se prevé que la obesidad costará USD 2 billones al año, debido a la pérdida de productividad económica más los costos de la atención sanitaria en el mundo. El estudio apunta a la malnutrición como el origen del problema.
En Ecuador, un estudio presentado en 2018 por el Ministerio de Salud Pública reflejó que mientras uno de cada cuatro niños menores de 5 años padece desnutrición, la obesidad y el sobrepeso afectan a seis de cada diez adultos.
Para Ricardo Vizueta, médico salubrista del Ministerio de Salud, la causa está en la dieta y la escasa actividad física. Los carbohidratos y las grasas saturadas predominan en los platos, pero escasean los vegetales y las frutas.
“No solo las carnes tienen proteínas, muchos vegetales también dan su aporte, al igual que vitaminas, minerales y oligoelementos, especialmente en los frutos secos”. El especialista además advierte que el exceso de peso enmascara a las enfermedades crónicas no transmisibles, entre ellas el cáncer, los males cardiovasculares y la diabetes.