Andrea Rodríguez Burbano
Editora
Sostiene la roca negra translúcida en sus manos huesudas. Para Minard Hall, el patriarca de la vulcanología en Ecuador, esta es una piedra diferente:
“Mire, mire también tiene unas pequeñas manchas blancas”.
Tras los estudios
La cerámica encontrada por la científica Patricia Mothes revela que la cultura que habitó la zona fue directamente afectada por erupciones de estos volcanes, y quizás tuvo que abandonar el lugar mientras disminuía la actividad.
Los geólogos que han visitado la zona en ocasiones anteriores no han identificado la presencia de material volcánico en esta zona. Esta es la primera vez que se reconoce y se lo documenta.
Los vulcanólogos Minard Hall y Mothes afirman que continuarán visitando la zona para documentar nuevos hallazgos. “El trabajo apenas ha empezado para nosotros y para el equipo que nos apoya”.
Es obsidiana, conocida también como vidrio volcánico.
Gracias a esta piedra, Minard Hall y la científica Patricia
Mothes emprendieron, a principios de enero de este año, un viaje que los llevó a descubrir cinco nuevos volcanes.
En el transcurso de 2009 identificaron uno a uno los centros volcánicos y recién, la semana pasada, decidieron divulgar su trabajo.
Ninguno de los vulcanólogos descarta la posibilidad de hallar más volcanes en esta zona, ubicada en la parte oriental de la Cordillera Real. “Nuestra tarea aún no ha terminado”.
Hall explica que la obsidiana, la pieza clave de esta investigación, fue descubierta en un sector entre Baeza y Cosanga por un equipo de arqueólogos extranjeros que desarrolló una investigación en la zona.
Se lo comentaron a Minard Hall en un ‘mail’ y por eso decidió visitar la zona junto a su colega Patricia Mothes.
No emprendieron ese viaje con el fin de hallar nuevos volcanes; su intención era otra.
Querían saber si había más material volcánico y la curiosidad los llevó a descubrir centros volcánicos llenos de secretos.
Los vulcanólogos, como los detectives, reúnen pistas; juntan piezas hasta hallar la respuesta a sus dudas. Y eso fue lo que hicieron ambos investigadores.
Pese a la densa nubosidad de la zona, descubrieron, además de la obsidiana, depósitos llenos de piedra pómez y arena, evidencias de material volcánico.
Con estas pistas no era prematuro sacar las primeras conclusiones. Mothes fue la primera en pensar que había un volcán cerca. Caminaron río arriba con mucha dificultad y Mothes explica por qué. “Es un sector con una vegetación exuberante. Varias veces tuvimos que utilizar machete para abrir el camino. No fue sencillo”.
Tras realizar varios viajes de campo a esta región, la pareja de científicos constató la presencia de estos nuevos centros volcánicos.
Tendremos que
redibujar el mapa
de los volcanes
en el país.
Patricia Mothes
Vulcanóloga del GeofísicoLos investigadores los identifican con los nombres Lavas de Baeza, El Dorado, Domos de Huevo de Chivo, Centro Cosanga y Centro Pumayacu.
Hall y Mothes consideran que los volcanes El Dorado y Domos de Huevo de Chivo se habrían formado hace 2 000 años, pero este dato se confirmará solo cuando envíen una pieza de cerámica de la cultura Cosanga encontrada en las proximidades a un laboratorio estadounidense, especializado en fechar este tipo de materiales.
Según los estudios realizados, los volcanes El Dorado y Domos de Huevo de Chivo y Centro Pumayacu, son potencialmente activos, porque son más jóvenes.
No son volcanes grandes. Los cinco tienen una altitud que está en el rango de los 2 800 y 3 700 metros. Sin embargo, cuando estuvieron activos registraron una gran potencia, precisa Mothes, después de evaluar el material volcánico encontrado.
Para estos científicos estos volcanes son únicos y tienen varias razones para considerarlos así.
La primera está relacionada con su ubicación. Están lejos, alrededor de 40 kilómetros, al este del eje de los volcanes principales de nuestro país.
Además, tienen una composición química rica en sílice.
El porcentaje de sílice hallado es del 75%, lo cual los convierte en volcanes más explosivos que el Tungurahua.
Pero hay otro dato: la aparición de estos volcanes está asociada con el sistema de fallas tectónicas activas, ubicadas al pie de Los Andes, lo que facilitó el ascenso de magma. Pese al intenso trabajo de investigación, aún hay muchas preguntas por resolver.
“No sabemos si tienen actividad sísmica”. Una de las tareas que concentra la atención de estos vulcanólogos está centrado en la documentación de un depósito de flujo piroclástico en uno de los nuevos volcanes.
El flujo piroclástico es una mezcla muy caliente de gases, ceniza y fragmentos de roca.
A través de los estudios desarrollados, los vulcanólogos del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional han podido constatar, por ejemplo, que el volcán Lavas de Baeza forma planicies relativamente planas y su formación es similar a las lavas observadas en las islas Hawái.
El volcán El Dorado tiene dos depresiones parecidas a la de una caldera volcánica. Es como un pequeño Guagua Pichincha.
Durante las salidas de campo, Mothes constató la presencia de un gran centro volcánico, al que llamaron Aliso. “Está muy erosionado y nadie ha llegado hasta esta zona, localizada dentro de la reserva ecológica del Antisana. Es una zona difícil de llegar”.
Estos vulcanólogos publicarán un documento oficial para informar sobre este descubrimiento que reconfirma que Ecuador es un país cargado de volcanes.
Hall dice que en otros países hay una sola hilera de volcanes. “Ecuador es especial: tiene la cordillera de los Andes, la Real y hay un grupo de volcanes en la Amazonia, y el que hallamos”.
Punto de vista
Mario Ruiz/ Sismólogo volcánico
El hallazgo abre nuevas puertas
Estos centros volcánicos descubiertos por Minard Hall y Patricia Mothes son de suma importancia, porque nos ayudan a conocer mejor nuestra casa, el lugar donde habitamos.
El descubrimiento también resulta transcendental por el tipo de volcanes identificados. Son volcanes especiales que pueden producir erupciones muy explosivas. Según los datos recogidos por los colegas, se caracterizan por un alto contenido de sílice. Hay que indicar también que algunos de estos nuevos volcanes son capaces de producir erupciones con decenas de kilómetros cúbicos de material. Para los vulcanólogos es fundamental saber dónde están ubicados, porque eso nos permite conocer también cuándo erupcionaron, cada cuánto tiempo erupcionan y qué zonas han afectado. También abre nuevas puertas para un nuevo conocimiento. Nada está dicho.
Por ejemplo, hace 30 años, no se sabía que el volcán Cayambe era activo. Ahora estamos seguros, por las dataciones de las erupciones y porque indagamos en su historia eruptiva.