Redacción Sociedad
Con media hora de anticipación se llenó el salón del Senado en la Asamblea Nacional. Los 100 niños, niñas y adolescentes, representantes de los consejos cantonales de las 24 provincias del país, asistieron ayer a la posesión de la segunda directiva del Consejo Consultivo Nacional.
La alegría fue notoria no solo en los s aplausos y en los gritos de “viva la niñez”. Esto se evidenció cuando Omar Simon, presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), tomó el juramento al nuevo presidente del Consejo Consultivo, Joffre Vélez, Pichincha; a la vicepresidenta, Thalía Paqui, de Zamora Chinchipe; al secretario, Diego Pereira, de El Oro; y a los vocales María Mercedes Cabrera, de Azuay, y Juan C. Quevedo, de Galápagos.
Como un día histórico fue calificado por la presidenta saliente Daniela Iturralde, de Otavalo, porque se da continuidad al proyecto emprendido desde 2007. “Nuestra tarea está cumplida hoy, ahora les toca a ustedes. Jamás se dejen corromper, para que nuestros derechos no sean solo enunciados sino una realidad”.
Este acto, que inició a las 10:15, cerró el encuentro nacional que desde el sábado se desarrolló en el Hotel Embassy, en Quito. Los pequeños líderes además elaboraron un mandato que entregaron a las autoridades de Estado y organizaciones afines.
El documento se resume en cinco puntos: que se garantice la educación intercultural bilingüe y que se estimulen los códigos de convivencia y un sistema ciudadano de veedurías. En salud reclaman atención a grupos prioritarios y que se gestione el cumplimiento de los planes de nutrición. También demandan espacios de difusión del trabajo de la niñez y de la adolescencia en los diferentes medios de comunicación.
En participación, piden que el Gobierno destine recursos económicos y técnicos. Y solicitan el desarrollo de un censo de niños y adolescentes, para conocer la realidad local y ejecutar veedurías, que garanticen sus derechos.
“Todavía hay niños en las calles que trabajan y no pueden estudiar, que son pobres y no tienen una buena calidad de vida, por ellos hay que trabajar”, opinó Teresa Castro, de 11 años. Ella vino desde Esmeraldas.